El reverso de la Sierra de La Cabrera, El Espaldar.

Casi todo el mundo que pasa por la carretera de Burgos desde Madrid se acostumbra a los abruptos perfiles graníticos de la Sierra de La Cabrera, este perfil sur es el más conocido, una montaña isla donde destacan de izquierda a derecha: el Cancho Gordo (cumbre más alta), el Cancho de la Bola (Santuario de buitres leonados) y el Pico de la Miel (la cumbre más emblemática de esta sierra).

Cara sur de la Sierra de La Cabrera.
Cara norte de La Sierra de La Cabrera desde el Collado del medio Celemín.

Pero hoy vamos a recorrer su lado Norte, su ladera más desconocida ya en el término de Lozoyuela, El Espaldar. La ladera norte de la Sierra de La Cabrera presenta una menor inclinación que la ladera sur, por esto y debido a su orientación, esta zona es mucho más húmeda y la flora es bastante diferente. Además cuenta con un pinar de reforestación salpicado de innumerables arroyos que forman un interesante bosque, sobre todo para los recolectores de setas.

Pista forestal de El Espaldar
Arroyos de El Espaldar
Arroyos de El Espaldar
Arroyos de El Espaldar
Vistas del término municipal de Lozoyuela con la Sierra de Guadarrama al fondo
Arroyos de El Espaldar
Pinar de El Espaldar
Pinar de El Espaldar con una encina repleta de bellotas en primer término
Pista forestal de El Espaldar
Pista forestal de El Espaldar
Arroyos de El Espaldar

La masa arbórea está fundamentalmente compuesta de pinos de reforestación, como pino rodeno, pino laricio y pino albar, pero también es fácil encontrar robles, encinas, enebros, incluso algún acebo. Los arroyos presentan en sus riberas bastantes brezos y las rocas a la sombra del bosque suelen estar cubiertas por un espeso manto de musgo.

Enebro rastrero
Acebo
Musgo
Un curioso ejemplar de Pino Rodeno
Bellotas de encina
Brezo
Pino Laricio y Pino Albar

Desde el lateral de la A-1 en la parte norte del Pico de la miel, sale una pista forestal que recorre toda esta parte de la Sierra hasta el Collado del Medio Celemín, enlazando con la Cañada Real Segoviana. Casi todo el recorrido discurre entre el pinar y en otoño es habitual encontrarse con recolectores de setas, sobre todo del apreciado «níscalo» (lactarius deliciosus).

Brezos junto al arroyo

Lactarius deliciosus

El mízcaloníscalo,​ robellón de nombre científico Lactarius deliciosus, es un hongo basidiomiceto comestible, de la familia Russulaceae. Es muy común en toda la península ibérica, crece en pinares y bosques mixtos. Su seta o cuerpo fructífero aflora en otoño, y es muy apreciada en gastronomía. El basónimo de esta especie es Agaricus deliciosus. El epíteto específico, deliciosus, significa «delicioso».

Su pie es ahuecado y corto, más o menos cilíndrico o estrechado un poco en la base. De estructura granulosa: macizo de muy joven, después tiene zonas huecas sin dejar de ser resistente. Es del color del sombrero pero más pálido, con algunos hoyitos superficiales de color más intenso. Suele tener parásitos y entonces se hace frágil. El sombrero suele oscilar entre los 4 y 16 cm de diámetro y su color anaranjado se ve modificado por círculos concéntricos de tonos rojizos y pálidos. En su juventud el sombrero se encuentra enrollado por sus bordes y conforme envejece se aplana para evolucionar a forma embudada. Las láminas de la cara interna son del mismo color, apretadas, finas y decurrentes. Su carne es densa y compacta, con olor suave y dulzón, el sabor en crudo es algo amargoso al final. Al corte desprende un  látex de color naranja. Se oxida rápidamente, adquiriendo un color verdoso cardenillo cuando envejece o al pasar algunas horas de su recolección. Uno de sus colorantes se elimina por el riñón después de haberla comido; por ello la orina se torna de un color que puede asustar al que no sabe la causa.

Níscalos
Níscalos
Níscalos
Níscalos

También se dan otros tipos de setas como los «parasoles» (macrolepiota procera), amanitas muscarias, rússulas, mycenas y otras muchas variedades más.

Parasol
Parasol
Amanita Muscaria
Amanita Muscaria
Russula
Russula
Pedo de lobo
Lactarius Helvus?
Sparassis crispa, conocida como seta coliflor, clavaria rizada o barba de cabra
Hygrophoropsis aurantiaca?
Stropharia aeruginosa
Lepista Nuda
Mycena
Mycenas
Mycenas
Fomitopsis pinícola o yesquero de pino
Mycenas
Mycenas
Mycenas

Cerro de San Pedro

Hoy proponemos un sencillo paseo para alcanzar la cima del Cerro de San Pedro. La ruta comienza en el alto del Mojón, se trata de zona muy concurrida por ciclistas que suben el alto situado entre Guadalix de la Sierra y Colmenar Viejo. Justo en este humilde puerto encontramos un pequeño parking donde podemos dejar el coche, a nuestra derecha según venimos desde Colmenar Viejo, en el Kilómetro 7,400 de la N-625, junto a una derruida casa de los antiguos peones camineros.

Casa en ruinas de los antiguos peones camineros.

Desde esta casa según miramos a la montaña cogemos el sendero que trepa ladera arriba paralelo a una pared de piedra hasta la cima. No abandonamos el sendero en ningún momento, venciendo el desnivel de esta montaña hasta toparnos con la torre de piedras que corona la cumbre. Aunque la subida no es demasiado dura si que tiene una relativa exigencia, debemos superar cerca de cuatrocientos metros de desnivel. La cuesta no es constante, alterna pendientes con alguna pradera plana que nos dará un pequeño respiro rompiendo la continuidad de esta corta ascensión.

Unas vacas tomando el sol camino del Cerro de San Pedro.
Vacas tomando el sol en la ladera noroeste del Cerro de San Pedro.

A mitad de camino nos encontramos con un primer escalón en la subida, se trata del Cerro de la Prestancia, desde donde ya podemos disfrutar un adelanto de las vistas que nos ofrece esta montaña. Resulta fácil encontrarse con ganado vacuno por el camino, por lo que es recomendable no salirse del sendero y no molestar a los animales.

Vista de la dehesa de Navalvillar, a la izquierda quedaría el pueblo de Colmenar Viejo, a la derecha el embalse de Santillana,
Un torito en el Cerro de La Prestancia, al fondo La Najarra.
Ganadería colmenareña en el Cerro de la Prestancia.
Cerro de La Prestancia, primer escalón hacia el Cerro de San Pedro.

Durante el inicio del recorrido se podrán divisar grandes extensiones de pastos en los que se cobija ganado, especialmente vacuno, y donde todavía se pueden ver muretes de piedra característicos de la Sierra de Guadarrama que separan las diferentes fincas, un Madrid rural a sus puertas, ya que este magnífico paraíso se encuentra a escasos cincuenta km del centro de la capital. En sus inmediaciones todo es naturaleza: el embalse de Pedrezuela, la dehesa de Navalvillar, el embalse de Santillana y toda la ladera Sur de la Sierra de Guadarrama son algunos ejemplos.

Respecto a la geología de esta montaña el material más predominante es el gneis, el camino que lleva a la cumbre esta salpicado de bloques de este tipo de roca acompañados de diferentes ejemplares de enebro, en este paisaje la vegetación es escasa, dado que al tratarse de una elevación aislada y quedar muy expuesta, el viento, la insolación y el frío evitan una gran proliferación de la flora. En verano e invierno esta montaña se torna de un color amarillento característico que la hace brillar de una manera especial dentro del contorno.

Formaciones de gneis en el Cerro de San Pedro.
Formaciones de gneis en el Cerro de San Pedro.
Vista de La Pedriza, en primer término el Cerro de la Prestancia.
Vista del embalse de Santillana y La Pedriza.
Vista de la línea del AVE, al fondo La Najarra.

La ascensión hasta la cumbre puede durar 45 minutos o una hora aproximadamente, dependiendo de las paradas que realicemos para disfrutar del paisaje. La cima invita a tomar un tente en pie desde donde pasar un rato agradable deleitando la vista de tanta grandiosidad. El premio de llegar a la cima será una de las mejores panorámicas parte de la vertiente sur de la Sierra de Guadarrama. Por un lado podemos ver formaciones montañosas como La Pedriza, Sierra de Cuerda Larga, Sierra de La Morcuera y la Sierra de La Cabrera. Por otro las poblaciones de Colmenar Viejo, Manzanares el Real, Soto del Real, Miraflores de la Sierra, Guadalix de la Sierra, Navalafuente, Valdemanco etc. Y también los embalses de Santillana y Pedrezuela.

Además, el vértice geodésico se encuentra coronando una torre muy característica y peculiar, que en cierta forma recuerda a las Atalayas de origen árabe del cercano Hoyo de Manzanares (La Torrecilla) y Torrelodones. Construcciones de origen medieval cuya misión era la vigilancia de posibles incursiones cristianas por el alto del León. Al igual que esta construcción, dichas Atalayas, además de la torre circular, presentan un añadido rectangular de forma muy similar, que si bien no está documentado, podría poner en contacto visual estas Atalayas con las Atalayas de la cuenca del Jarama que vigilaban el paso entre las mesetas por el puerto de Somosierra.

También se puede firmar en un curioso libro de registro depositado para tal fin en una caja metálica en la parte oeste de la cima. Y como en otras cumbres cercanas, contemplar un pequeño Belén o nacimiento más típico de las montañas del norte del país.

Cima del Cerro de San Pedro. A la izquierda la Sierra de La Cabrera.
Cima del Cerro de San Pedro, a la izquierda Colmenar Viejo.
Cima del Cerro de San Pedro.
Vista de La Sierra de La Morcuera, a la izquierda La Najarra, Miraflores en el centro y detrás La sierra de La Morcuera.
Vista de La Sierra de La Cabrera.
Vista de Soto del Real, La Pedriza y Cuerda Larga detrás.
Vista de la vertiente sur de la Sierra de Guadarrama, de izquierda a derecha embalse de Santillana, La Pedriza, Cuerda Larga y la línea del AVE.

Aunque no he conseguido ninguna documentación al respecto, una simple observación visual de la torre en la cima del Cerro de San Pedro, permite distinguir restos de argamasa entre las piedras que forman los cimientos de la torre y su añadido rectangular. Una pequeña solera permite imaginar, que bien pudo ser un puesto militar califal en la época medieval, cuando esta zona formaba parte de la Marca Media. Ya que estratégicamente es el único punto que une visualmente las cuencas del Jarama al Este y la cuenca del Manzanares al Oeste, el único punto visual que pone en contacto los pasos de la sierra de Guadarrama, los puertos de Somosierra y El León.

Torre situada en la cumbre del Cerro de San Pedro y anexo a la torre.
Detalle de suelo y cimientos de la torre y anexo rectangular.
Detalles de la argamasa existente entre las piedras de los cimientos de la torre.

Descripción.

Alguien dijo una vez; «Todos posamos su mirada sobre sus laderas peladas, sobre su cumbre y espolones rocosos, sobre su triangular arquitectura“. Y es cierto, su aspecto apenas varía la mires desde donde la mires.

Vista del Cerro de San Pedro nevado, desde la Atalaya de Venturada.
Vista de una atardecer en el Cerro de San Pedro desde la Atalaya de Venturada.

El Cerro de San Pedro está en la vida de todas las personas que cada de semana se desplazan desde Madrid a disfrutar de la montaña Guadarrama. Nadie puede dejar de posar su mirada sobre sus laderas peladas, su cumbre y sus espolones rocosos. Es imposible dejar de admirar esta montaña, de modesta altitud y perfil simétrico, casi desde cualquier sitio desde donde se la mire.  La Cabrera, La Pedriza, Cuerda Larga, Guadalix, Venturada, Torrelaguna, da igual, el Cerro de San Pedro seguirá vigilando nuestra actividad desde su privilegiado lugar.

Vista del Cerro de San Pedro semicubierto de niebla desde la ladera sur del Cancho Gordo de La Cabrera.
Vista del Cerro de San Pedro desde el Cancho Gordo de La Cabrera.
Vista del Cerro de San Pedro desde la dehesa de Roblellano de La Cabrera.

Esta montaña se ve casi desde cualquier sitio, se encuentra sola y aislada frente a la cara sur de la sierra de Guadarrama, es un referente y punto de todas las miradas desde los pueblos de los alrededores.

Vista del Cerro de San Pedro y el embalse de Soto desde el mirador de las Buitreras.
Vista del Cerro de San Pedro desde Guadalix de la Sierra.
Vista del Cerro de San Pedro desde Venturada.

El cerro de San Pedro es un pico de la sierra de Guadarrama, perteneciente al sistema Central de la península ibérica. Está situado en el centro de la Comunidad de Madrid, en España. El pico, de una altitud de 1425 metros, es uno de los montes isla de la vertiente sur guadarrameña, expresión que alude a aquellas formaciones montañosas que se ubican aisladas con respecto a la alineación principal.

Este pico es conocido por sus notables vistas, dado que está aislado en una zona relativamente llana si se compara con las grandes elevaciones de la sierra de Guadarrama situadas más al Norte. Desde lo alto se puede observar, hacia el norte y oeste de la sierra de Guadarrama, dentro de ella de la Cuerda Larga o la sierra de la Morcuera, atravesada por el puerto del mismo nombre. Aunque también puede disfrutarse de la presierra de Guadarrama madrileña, hacia el sur con el skyline de la capital española, Madrid.

Vista del Cerro de San Pedro desde la Atalaya de Arrebatacapas de Torrelaguna.

La situación de este cerro es bastante singular, tal y como lo narró Casiano del Prado, un pionero de la geología madrileña:

«Al suroeste de las masas que acabo de describir se halla la del cerro de San Pedro, que es de gneis, situado entre Guadalix, Pedrezuela y Colmenar Viejo; y es notable, no ya por su altura, que es sólo de unos 750 metros sobre Madrid, sino por su aislamiento casi completo y por el pico que presenta su perfil por cualquier lado que se le mire». (Descripción física y geológica de la provincia de Madrid, 1864).

Dehesa de Navalvillar.

En el suroeste, en el término municipal de Colmenar Viejo se encuentra la dehesa de Navalvillar, espacio protegido por el propio ayuntamiento, cuyos suelos tienen por origen la erosión del gneis del cerro y le confieren una gran riqueza de pasto comparada con los suelos de origen granítico.

La dehesa de Navalvillar es un espacio natural situado en el municipio de Colmenar Viejo, en la falda suroeste del Cerro de San Pedro . Existen referencias a ella desde el siglo XI, donde se menciona que el Rey Alfonso X «El Sabio» cazaba el oso en su parajes. Desde hace algunos siglos perdió su masa forestal por la venta de la madera para el pago de las deudas municipales. Debido a su situación en las estribaciones de la Sierra de Guadarrama, protegida por el noreste por el Cerro de San Pedro. ha sido lugar de asentamientos desde la antigüedad, entre los restos encontrados se encuentran gran cantidad de viviendas visigodas de los siglos VI y VII que perduraron hasta después de la toma de la península por los árabes del siglo VIII y también encontramos antiguas minas de metales.

Vista del Cerro de San Pedro desde la dehesa de Navalvillar. En medio el arroyo de Tejada.
Vista del Cerro de San Pedro desde la dehesa de Navalvillar, en medio el arroyo de Tejada.

En época moderna ha sido usada para más de doscientos rodajes cinematográficos, donde destacan «Espartaco» y «El Cid». Además se realizan prácticas de tiro militar, almacén de material municipal y lugar de ocio.

El hecho de haber sido una posesión municipal desde, al menos, el siglo XVI, y probablemente desde el XV, le ha permitido conservar los restos arqueológicos de una forma que no ha sido posible en otras zonas del municipio más alteradas por la actividad humana. Por su gran valor ecológico el Ayuntamiento de Colmenar Viejo dispone un plan de conservación desde 1996.

La fauna que se avista en la dehesa es muy delicada é importante. Entre toda la belleza natural que se puede encontrar, los animales que dan grande importancia a este lugar son los siguientes: El zorro rojo, el corzo, la águila imperial ibérica, la águila real, búho real, el buitre negro, gran variedades de garzas, milanos negros y reales, el buitre leonado y la cigüeña blanca. (Aunque muy difícil de observar, también está presente la cigüeña negra).

En cuanto a la flora, fresno, encina, quejigo, alcornoque, arces y gran variedad de flores.


La Cachiporrilla

Nos encontramos con una montaña de formas suaves y laderas tapizadas por los robles, muchas veces pasa desapercibida y no constituye un objetivo montañero de primer nivel, aunque es visible para todos los que se adentran al valle de Lozoya por su lado oriental. Su cima es un destacado mirador que se alza a mitad de camino entre Canencia y Lozoya del Valle, desde el que se contemplan espectaculares vistas del curso alto y medio del Lozoya con todos los montes carpetanos desde Peñalara hasta Somosierra, el valle de Canencia, sierra de La Morcuera y la sierra de la Cuerda Larga detrás de esta última.

Debido a su posición estratégica dentro del valle, en su cumbre han prosperado diferentes tipo de instalaciones a lo largo del último siglo; Una caseta de vigilancia de incendios situada al Este de la cumbre, una estación meteorológica acompañada con las inevitables antenas de telefonía y también incontables restos de construcciones pertenecientes a la guerra civil española (1936-1939). Todo este cordal fue ocupado por las tropas del bando republicano al comienzo de la contienda, justo enfrente de las posiciones nacionales situadas en la zona de los montes carpetanos de Lozoya y Pinilla del Valle. Es decir, también fue un importante punto estratégico del frente en la sierra de Guadarrama.

Por si fuera poco este papel de mirador privilegiado, el camino que lleva hasta su cumbre recorre parajes con enormes atractivos, como la Mata de los Ladrones, uno de los robledales mejor conservados de toda la Sierra del Guadarrama y que tendrá en estas semanas otoñales que se avecinan el mejor momento del año. A pesar de su belleza, La Cachiporrilla recibe tan escasas visitas a lo largo del año que podrían contarse con los dedos de una mano. Frase textual que me comentó el vigilante forestal nativo de Canencia con quien pude mantener una agradable conversación durante un buen rato.

Esta cumbre se alza al noroeste de Canencia y al sur este de Lozoya, y constituye el último eslabón de un cordal secundario llamado Altos del Hontanar, que se desprende hacia el norte desde la Sierra de la Morcuera, prolongación a su vez, del cordal formado por la sierra de Cuerda Larga.

Esta posición geográfica con su humilde altitud de 1.620 metros, es lo que ha hecho de La Cachiporrilla una cima ignorada. Aunque lejos de ser un inconveniente, el aislamiento que le otorga su soledad es un atractivo primordial para quienes buscan en esos paseos, un íntimo contacto con la naturaleza y con la esencia del Guadarrama, que aquí aun se conserva sin alterar.

Vacas en la dehesa.
Vacas en la dehesa.
Vacas en la dehesa.

Aunque la ruta más habitual parte del mismo pueblo de Canencia, nosotros subiremos iniciando la ruta desde Cabeza del Rojo, una planicie situada a la derecha junto a la carretera que lleva al puerto de Canencia y Miraflores, unos metros más arriba del embalse de Canencia, dónde se puede dejar el coche. Haremos la travesía de los llamados Prados de la Dehesa ascendiendo por una cómoda pista que discurre paralela al arroyo de la Tejera y que atraviesa una dehesa de robles donde suele haber ganado suelto. La vertiente sur de La Cachiporrilla ocupa todo el tiempo el horizonte cuando miramos al Noroeste.

Prados de la dehesa, al fondo la Mata de los Ladrones a la derecha y la Cachiporrilla a la izquierda.
Vista de Canencia desde los prados de la dehesa.
Prados de la dehesa con la Cachiporrilla al fondo.
Prados de la dehesa.
Prados de la dehesa.
Abrevadero de la dehesa.
Pista que atraviesa el robledal de la dehesa.
Ganado suelto por la dehesa.

Algo más arriba, la pista se ciñe en una cerrada curva a la izquierda que da acceso a varios prados. Aquí se localiza la Fuente de los Veneros. Varios zig zags superan un fuerte desnivel hasta una zona donde la pista se hace horizontal. Ya nos encontramos a una altura de 1.500 metros, penetrando la pista en la parte más cerrada del robledal.

Fuente de los Veneros.
Fuente de los Veneros.
Llegando al cordal de los Altos del Hontanar se despeja el robledal por un rato.
En los claros del robledal, ya en la cuerda de los Altos del Hontanar, al fondo la sierra de la Morcuera.
Vista de los Altos del Hontanar mas occidentales, al fondo y de izquierda a derecha, Peñalara y las cimas mas altas de la Sierra de Cuerda Larga.

En un punto la pista se bifurca. Los pequeños postes siguen hacia el portachuelo de Canencia, también llamado collado de las Fuentes, es el paso que lleva a Alameda, Pinilla y Lozoya del Valle. Nosotros continuamos hacia la derecha por la pista que tras una corta subida, vuelve a ser horizontal, para cruzar toda la ladera de la sierra, rumbo noreste.

Restos de construcciones pertenecientes a las tropas republicanas de la guerra civil.
Restos de construcciones pertenecientes a las tropas republicanas de la guerra civil.
Restos de construcciones pertenecientes a las tropas republicanas de la guerra civil.
Vista del valle de Lozoya, de izquierda a derecha, Rascafría, Oteruelo, Alameda y Pinilla del Valle.
Vista de Pinilla del Valle y de su embalse.
Vista del embalse de Pinilla
Restos de construcciones pertenecientes al bando republicano de la guerra civil, al fondo la sierra de La Morcuera y detras la sierra de Cuerda Larga.

Seguimos rumbo noreste por la pista que nos lleva al puesto de vigilancia forestal. En esta zona, que es la ladera sur de la Cachiporrilla, volvemos a entrar en el robledal, donde las margaritas adornan los bordes del camino.

Margaritas.
Margaritas.
La pista sigue hasta el puesto de vigilancia forestal por medio del robledal.
Vista del valle de Canencia desde el robledal de la Cachiporrilla.
Margaritas.

Siempre por mitad de la mata de robles se llega al breve collado que separa la cima de la antecima de nuestra montaña. A la derecha, la segunda, donde se alza la caseta de vigilancia de incendios. Unos metros más hacia el suroeste, se llega al punto principal, erizado de antenas. A sus pies, todo el Lozoya con el cercano embalse de Pinilla, justo bajo la montaña, y el macizo del Peñalara, en lo más alto de este valle que se extiende hacia el oeste.

Puesto de vigilancia forestal.
Vista al este desde el puesto de vigilancia forestal, en medio el curso medio del valle del Lozoya, donde se aprecia en embalse del Río Sequillo.
Restos de construcciones pertenecientes al bando republicano de la guerra civil, enfrente los mosntes carpetanos de Lozoya y Pinilla del Valle.
Vista al oeste desde el puesto de vigilancia forestal, a la derecha y sobre el robledal las antenas de la cima de la Cachiporrilla. Al fondo la sierra de la Morcuera y detrás la sierra de Cuerda Larga.
Puesto de Vigilancia forestal.

Dejamos atrás el puesto de vigilancia forestal para girar al oeste buscando nuestra cima y objetivo final, La Cachiporrilla, donde las vistas al valle del Lozoya son espectaculares. Con más puestos de las posiciones republicanas repartidos por todo este cordal.

Restos de construcciones pertenecientes al bando republicano de la guerra civil. Al fondo a la izquierda el puerto de Navafría, a la derecha Los Reajos de Lozoya, estos lugares fueron ocupados por las tropas del bando franquista.
Restos de construcciones pertenecientes al bando republicano de la guerra civil. Al fondo y de izquierda a derecha, El Nevero, puerto de Navafría y Los Reajos de Lozoya.
Vista al noreste desde La Cachiporrilla, medio tapados por la lluvia el Chaparral y el Alto de La Cruz, al fondo los montes carpetanos con Los Reajos a la izquierda.
Vista de Lozoya del Valle desde la Cachiporrilla, Al fondo y de izquierda a derecha El Nevero, Puerto de Navafría y los Reajos de Lozoya.
Cima de la Cachiporrilla.
Robledal de la Cachiporrilla.
Vista al Este desde el robledal de la Cachiporrilla.
Vista de Canencia desde la Cachiporrilla, al fondo el Mondalindo y Peña Negra.
Vista al oeste desde el Robledal de La Cachiporrilla.

La Tornera

Hoy proponemos una ruta desde el Puerto de La Puebla a La Tornera, recorriendo todo el cordal que los separa, paseando por sus cumbres con unas vistas espectaculares del valle de La Puebla y de las sierras de Guadarrama y el Ayllón.

El Pico de la Tornera (1865 m) es la cumbre más alta del Circo de La Puebla, alineación montañosa perteneciente a la Sierra del Rincón. Este circo montañoso que rodea Puebla de la Sierra tiene forma de herradura y se abre en su parte Sur en la zona donde el arroyo de la Puebla busca llevar sus aguas al Lozoya en el embalse del Atazar.

La Tornera está ubicada en la parte oriental del Circo, en un cordal del que también forman parte sus vecinas la Cresta de los Cellos y el Pico Centenera. A este cordal, que se alza sobre Puebla de la Sierra, se le llamaba antaño Sierra de la Mujer Muerta, ya que su silueta recuerda, con un poco de imaginación, al de una dama yacente. El Porrejón (1823 metros) sería los pies de la difunta, Peña Centenera (1809 metros) la cabeza, y La Tornera (1865 metros) el pecho. De hecho, a Puebla de la Sierra se la conocía también, por extensión, como “Puebla de la Mujer Muerta“, hasta que en la década de los años 40 del pasado siglo, los vecinos le cambiaron el nombre por el actual.

Partimos del puerto de la Puebla para ascender inmediatamente al Cerro Montejo, donde se encuentra un puesto de vigilancia forestal. Desde este punto seguiremos ascendiendo por el cordal en dirección noreste hacia el Cortadero, fácilmente distinguible por sus cortantes aristas rocosas y desde donde tendremos las primeras vistas espectaculares de esta comarca de la Sierra del Rincón.

Cerro Montejo.
Puerto de La Puebla desde el Cerro Montejo. Al fondo y a la izquierda Peña La Cabra.
Vista al Norte, a la izquierda La Cebollera (Pico de las tres provincias), A la derecha Macizo del Lobo
Vista al norte desde El Cortadero.
Vista al Este desde El Cortadero, a la derecha El Porrejón.
Vista al Sur desde El Cortadero. Al fondo Peña La Cabra.

Dejamos atrás el Cortadero con sus espectaculares aristas rocosas para tomar camino hacia el Este. hacia El Porrejón, una cima señalada con un mojón y que se encuentra en la zona norte de este Circo montañoso.

Las aristas rocosas del Cortadero hacen honor a su nombre.
Inmensos pinares cubren las laderas de esta sierra. A la iquierda Peña La Cabra, a la derecha El Cortadero.
El Porrejón
Punto geodésico de la cima del Porrejón, al fondo la sierra de Guadalajara destacando El Ocejón.
Vista al suroeste, a la Izquierda Peña La Cabra, a la derecha el Cortadero. Al fondo el Valle del Lozoya y la sierra de Guadarrama.
El Porrejón (1.823 metros).

Dejamos atrás el Porrejón bajando por el mismo cordal en dirección sureste en dirección a la Peña Hierro (1.743 metros), bordearemos esta pequeña cima para seguir nuestro camino descendente hacia el Collado de las Palomas (1.647 metros). En este tramo descendente de la Peña Hierro atravesamos varías cresterías rocosas de gran atractivo visual.

Ladera Sur del Porrejón.
Crestas rocosas entre el Porrejón y Peña Hierro.
Crestas rocosas entre el Porrejón y Peña Hierro.
Crestas rocosas entre el Porrejón y Peña Hierro.
Crestas rocosas en Peña Hierro.
Vista de Peña La Cabra desde Peña Hierro.
Cresterías rocosas en Peña Hierro.
Vista al Este desde la ladera De Peña Hierro, abajo la Cañada Real del Collado de las Palomas, a la derecha Pinhierro, la Loma de la Peña y Cabeza del Viejo, al fondo El Ocejón. Todo ello en Guadalajara.
Puestos de cazadores en el Collados de Las Palomas.
Serbales de los Cazadores en el Collado de las Palomas.
Vista al Oeste desde Cabeza del Estillo del Collado de las Palomas, con el Porrejón al fondo a la derecha.

Dejamos atrás el Collado de las Palomas para buscar la siguiente cima Pinhierro (1.695 metros). Sin dejar nunca el cordal de esta sierra giramos hacia el Sur cuando pasamos esta cima de Pinhierro que también bordeamos por su lado Oeste. Ya en dirección Sur buscamos visualmente la siguiente cima, el Chimorro (1.702 metros). Estas dos cimas quedan separadas por el Collado Llano que atravesaremos con facilidad.

Vista al Oeste desde Pinhierro, al fondo el Porrejón.
Vista al Este desde el Collado Llano, al fondo la sierra de Guadalajara donde sobresale el Pico Ocejón.
Vista al Oeste desde Collado Llano, al fondo a la derecha el Porrejón, a la izquierda el Cerro Portezuela, en medio queda el Puerto de la Puebla.

Dejamos atrás el Chimorro bordeándolo por el Este y al fin aparece nuestro destino al Sur, La Tornera, que con sus 1.865 metros constituye la cima más alta de este espectacular valle. La subida a La Tornera la realizamos dando un pequeño rodeo pasando por su lado oriental para atacar la cumbre por el Sur.

Vista al Sur desde la ladera oriental del Chimorro, al fondo La Tornera.
Vista al Norte desde el Chimorro, a la izquierda el Porrejón, en el centro Pinhierro y al fondo Las cebolleras y el macizo del Lobo.
Crestas rocosas.
Ladera Norte de La Tornera.
Ladera oriental de La Tornera.
Cresterías rocosas.
Ladera Este de La Tornera.
Quién dijo que el camino era fácil?. Ladera Este de la Tornera, entre brezos y rocas sueltas.
Vista al Norte desde la ladera oriental de La Tornera.
Cima de La Tornera.
Vista de todo el cordal recorrido con el fondo de la Sierra de Guadarrama (Montes Carpetanos) que se une en Somosierra con la Sierra del Ayllón (Cebolleras y Macizo del Lobo).
En agradecimiento a Benjamín y su hijo. No se puede encontrar mejores compañeros de excursión.
Vista al Norte desde la cima de La tornera.
Vista al Este desde La Tornera, al fondo destaca el Ocejón (2.049 metros)

Piornos y yeguas en la Loma de Bailanderos

Hoy vamos a ver uno de los mayores espectáculos de la primavera en la Sierra de Guadarrama. Entre finales de Mayo y principios de Junio se produce la floración de los piornos que cubren la mayoría de las cumbres de las sierras del sistema central.

Haremos una ruta por la Najarra y la Loma de Bailanderos, las dos cumbres más orientales de la sierra de la Cuerda Larga. Partiremos del puerto de La Morcuera para subir a la Najarra por su vertiente Norte. Después de una corta parada caminaremos por la cuerda de La Najarra en dirección oeste hasta el antiguo refugio («Hotel Bizcochito») situado justo antes de bajar al Collado de La Najarra, que separa esta primera cumbre de la Loma de Bailanderos, la segunda cumbre que buscaremos tras una suave subida entre los piornos en flor. Lo cierto es que también pretendíamos ver algún ejemplar de Cabra Montés, pero no hubo suerte. Aunque tuvimos la fortuna de ver una yeguada con sus potros pastando entre los piornos en flor. Un verdadero espectáculos para la vista y el olfato.

Un hermoso ejemplar de Serbal en el puerto de La Morcuera.
Vista de la Loma de Bailanderos desde la vertiente Norte de La Najarra.
La Najarra desde su primer escalón.
Vista del primer escalón de La Najarra con el Valle del Lozoya y los Montes Carpetanos de fondo.
La Najarra (Vértice geodésico).

La Najarra.

La Najarra es una montaña de la sierra de Guadarrama (sierra perteneciente al sistema Central). Está ubicada en el límite de los términos municipales de Miraflores de la Sierra y Soto del Real, al sur, y Rascafría, al norte, (Comunidad de Madrid, España) y en el límite oriental de la alineación montañosa de Cuerda Larga.

La Najarra tiene una altura de 2120 metros sobre el nivel del mar, donde se sitúa el vértice geodésico Najarra 1993 (por el año de su construcción). Con frecuencia, las guías y algunos mapas citan erróneamente la altura máxima de la cumbre a 2108 metros, confundiendo la situación del anterior vértice geodésico (ahora destruido) que estaba desplazado de la cima y a 2108 metros. Es la última cumbre del extremo este de la cuerda larga y con ella finalizan en esa zona las cumbres superiores a los 2000 metros de la zona este de la sierra de Guadarrama. Se le considera el lugar donde limitan la Cuerda Larga y la sierra de la Morcuera, dos cordales con una orientación muy similar.

Vista hacia el Este desde La Najarra. Sierra de La Morcuera
Vista al Oeste desde La Najarra, con la Loma de Bailanderos al fondo.
Vista desde La Najarra al Norte, con el Valle del Lozoya y los Montes Carpetanos de fondo.
Refugio «hotel Bizcochito», con la Pedriza al fondo.
Refugio «Hotel Bizcochito»
Collado de La Najarra, vista de la Pedriza y el Hueco de San Blas
Collado de La Najarra
Piornos entre los roquedos en el Collado de La Najarra
Collado de La Najarra
Collado de La Najarra con la Loma de Bailanderos al fondo.
A la derecha Loma de Bailanderos, al fondo Asómate a Hoyos.
Loma de Bailanderos
Loma de Bailanderos

Loma de Bailanderos

La Loma de Bailanderos es una montaña de la sierra de Guadarrama (perteneciente al sistema Central). Administrativamente se encuentra entre los términos municipales de Manzanares el Real, en su cara sur, y Rascafría, en su cara norte. Estos dos municipios se encuentran en el noroeste de la Comunidad de Madrid (España). La Loma de Bailanderos tiene una altitud de 2133 metros y pertenece al cordal montañoso de Cuerda Larga. Está situada entre las montañas de Asómate de Hoyos, que queda al oeste, y La Najarra, que está al este.

Su nombre viene de los grandes bloques rocosos que cubren su cima y que se balancean ligeramente, con el simple peso de una persona, al no apoyarse firmemente unos con otros, de ahí que los pastores que recorrían la sierra en busca de pasto le pusiesen este nombre.

La cara norte de la Loma de Bailanderos vierte sus aguas a la zona alta del Valle del Lozoya, mientras que su vertiente sur pertenece a la Hoya de San Blas. Hasta una altura de unos 1900 metros de altitud sus laderas están cubiertas principalmente por boques de pino silvestre, más denso en la cara norte. A partir de la citada cota el pinar deja paso a canchales y zonas con matorrales rastreros de alta montaña como el piorno serrano y el enebro rastrero.

Bailanderos
Bailanderos
Bailanderos
Bailanderos
Bailanderos
Bailanderos
Bailanderos
Bailanderos
Bailanderos
Bailanderos
Asómate a Hoyos desde Bailanderos
Vista de Peñalara desde Bailanderos
Asómate a Hoyos desde Bailanderos, al fondo y a la derecha Cabeza de Hierro Mayor.
Vista de La Najarra desde la Loma de Bailanderos

Sierra de Cuerda Larga

La Cuerda Larga es uno de los principales ramales montañosos de la Sierra de Guadarrama (sierra perteneciente al Sistema Central). Esta línea montañosa se extiende de oeste-suroeste a este-noreste dentro del noroeste de la Comunidad de Madrid (España) y tiene una longitud de 16 km en línea recta sobre mapa (25 km en recorrido completo de ida a pie). Comienza en el puerto de Navacerrada (extremo oeste) a una altitud de 1858 m s. n. m. y termina en el puerto de la Morcuera (extremo este), a una altitud de 1796 m s. n. m..

Es una de las zonas más elevadas de la Sierra de Guadarrama al tener una altitud mantenida de más de 2100 metros. El pico más alto es la Cabeza de Hierro Mayor, que con sus 2383 metros representa la segunda elevación de la Comunidad de Madrid. En la vertiente norte de Cuerda Larga está la zona alta del valle del Lozoya, y en la cara sur se extienden la Garganta del Manzanares, La Pedriza, una zona de gran interés deportivo y paisajístico, y el Hueco de San Blas. Este cordal montañoso constituye la divisoria de las cuencas de los ríos Lozoya, al norte, y el Manzanares, al sur, ambos afluentes del río Jarama.

Al este de Cuerda Larga está la Sierra de la Morcuera, una alineación montañosa más baja y que tiene una orientación similar. Este cordal montañoso comienza en el puerto de la Morcuera. En el extremo oeste de Cuerda Larga, en la Bola del Mundo, comienza un cordal montañoso llamado sierra de los Porrones y orientado hacia el sureste. Su altitud se pierde progresivamente según se avanza hacia el citado sentido.

Piorno serrano

El piorno serrano (Cytisus oromediterraneus, es una especie arbustiva perteneciente a la familia de las fabáceas. Está formada por densas ramas muy apretadas. Forma extensos matorrales, solo o conviviendo con otros arbustos, como el enebro rastrero (Juniperus communis) en las altas montañas silíceas, y casi siempre por encima del nivel de los bosques o conviviendo con el pino albar. Las hojas caen prontamente por lo que los tallos están frecuentemente desnudos; las inferiores son trifoliadas, sin peciolo; las florales sencillas y también sentadas. Flores amarillas, pequeñas, (9-12 mm) solitarias o por parejas en la axila de las hojas, formando un racimo más o menos denso en la terminación de las ramas sostenidas por un cabillo de 2-6 mm. Cáliz membranoso, acampanado y peloso. Corola amariposada, con el pétalo superior redondeado. El fruto es una legumbre de 15 a 30 mm, recta o algo curvada, muy comprimida lateralmente y cubierta de pelos aplicados a su superficie. Florece de mayo a julio.

El piorno serrano (Cytisus oromediterraneus) en la Sierra de Guadarrama domina la vegetación de las laderas más altas que están orientadas al norte; de hecho se puede apreciar claramente como las laderas expuestas al norte están cubiertas por el piorno serrano, mientras las que miran al sur son habitada por la escoba blanca. En las zona de convivencia entre el piorno serrano y la escoba blanca es posible encontrar individuos con flores de color amarillo muy claro que se interpretan como híbridos entre ambas especies.

El aspecto que presenta es muchas veces almohadillado para defenderse del frío y de los fuertes vientos que soplan en las alturas. Su importancia en la vegetación española es muy grande por las enormes superficies que ocupa. En la época de floración tiñe de amarillo muchas de las cordilleras españolas y despide un olor intenso y empalagoso parecido al de la miel. Se empleaba como combustible en hornos y para techar chozos. Es una especie conflictiva desde el punto de vista nomenclatural.

​En la Península es muy abundante en las sierras de Guadarrama, Gredos, Paramera de Ávila, La Serrota, sistema Ibérico, Montes de León, Pirineos. Se presenta también en Galicia, Cantabria, Aragón, Cataluña, Castilla, Extremadura y Andalucía.

Piornales de Bailanderos, pinares de la vertiente norte de la Morcuera y Montes Carpetanos al fondo.

Piornales

Por encima de los 1900 metros de altitud, las condiciones climáticas se hacen especialmente duras. El tiempo puede presentar fuertes oscilaciones, a veces en el transcurso de unas horas; así, a un día de intensa insolación puede sucederle una noche de duras heladas. Durante los meses más fríos la nieve es abundante, impidiendo el crecimiento del arbolado. La vegetación que prospera en estos lugares está formada por los piornales y los pastizales de alta montaña, que se alternan con las pedreras y los afloramientos rocosos.

Los piornales son matorrales densos en los que domina el piorno serrano (Cytisus oromediterraneus), un arbusto de ramas verdes y flexibles, gracias a las cuales puede permanecer enterrado por la nieve sin sufrir daños durante buena parte del invierno. Otro arbusto común en estas formaciones es el enebro rastrero (Juniperus communis subsp. hemisphaerica). Los piornales se extienden desde el límite superior del pinar hasta los 2000 o 2200 metros de altitud, aproximadamente.

A finales de junio, con la floración del piorno, las laderas altas de Guadarrama se tiñen de amarillo, marcando bien la distribución de los piornales en la zona. La floración del piorno constituye un auténtico espectáculo que ya llamó la atención de los viajeros que cruzaban los puertos serranos en el siglo XIX. Así, Charles Dembowski, narrando un viaje desde Madrid a Segovia, se refiere al puerto de Navacerrada, cuyas cercanías “están tapizadas de hermoso color amarillo por las retamas” (1838-1840)

Piornales de la Loma de Bailanderos.

Mondalindo y Peña Negra

Hay un dicho popular que dice… «Mondalindo, lindo, lindo quien te vea te desea, quién tuviera la moneda que debajo de ti queda». Parece ser que este refrán popular viene de una antigua leyenda sobre un tesoro escondido en una cueva, «La Cueva de la Mora». Tal vez des con la Cueva de la Mora, o si tienes más suerte aún y sobrevives al embrujo del sarraceno, puedas hallar el tesoro que se oculta en su interior. En el peor de los casos, serás una persona afortunada, tus ojos se habrán enriquecido con paisajes extraordinarios. Habrás estado más cerca del cielo, en la cumbre del Mondalindo,

Ruta al Mondalindo y Peña Negra desde la Fuente del Collado.

Debo reconocer que he hecho varias veces esta ruta para subir al Mondalindo, la última hace más de diez años. También que he hecho la subida por diferentes caminos, pero ninguna vez me ha gustado tanto como la de esta vez, quizá por ver los piornos en flor, quizá porque con los años todo se valora más … Quien sabe …

Salimos de la Fuente del Collado para cruzar la carretera de Miraflores de la Sierra M-610 y tomamos el camino de La Mina de la Plata que nos lleva bordeando el pinar. Tras algo más de medio kilómetro de recorrido, llegamos a una bifurcación que tomamos a la derecha en dirección ascendente (el camino de la izquierda lleva al Puerto de Canencia).

Después de recorrido aproximadamente un kilómetro de distancia desde la última bifurcación, alcanzamos la Torre de la Mina
(1430 m). Lugar de obligada parada, donde podemos observar in situ, y obtener información en los paneles indicativos de las antiguas instalaciones mineras de Bustarviejo. Si quieres más información al respecto puedes ver la ultima entrada al blog, «Mina de plata de Bustarviejo».

Molino del Indiano en la cuesta de la Plata.
Vista del Molino del Indiano
Cuesta de La Plata

Continuamos la ruta por el talud que hay detrás de esta área minera, remontándolo por una senda bastante empinada que puede pasar desapercibida. Recorrido aproximadamente algo más de un kilómetro de seguir subiendo se accede al Collado Abierto.

Collado Abierto y Cabeza de la Braña.
Vista de la Najarra y sierra de la Morcuera, al fondo Peñalara.

Una vez en el Collado Abierto (1606 metros), a nuestra izquierda podemos ver Cabeza de la Braña y la caseta de vigilancia de los bomberos forestales. El Collado Abierto es un pastizal de altura que nos sorprende con unas impresionantes vistas del Valle del Lozoya y La Sierra de Ayllón al fondo a la derecha, en la distancia. A nuestra derecha y coronando el amplio
collado, podemos ver la cumbre del Mondalindo, hacia donde nos dirigimos.

Mondalindo a la vista.
Vista del valle Medio del Lozoya, al fondo Somosierra.
Vista del cordal al Este, sierra de la Morcuera, La Najarra y cuerda Larga, a la izquierda La pedriza y a la derecha Peñalara.

Caminamos siempre junto a la alambrada, por la suave loma, hasta ver a nuestra derecha, tras recorrer medio kilómetro desde el Collado Abierto, el conjunto berroqueño de La Albardilla (1656 metros). Dicha alambrada separa los términos municipales de Canencia (al norte) y Bustarviejo (al sur).

La cima de Mondalindo ya está a la vista.

Continuamos caminando sin desviarnos, siempre paralelos a la alambrada, por un pequeño sendero a unos metros de dicha alambrada. Caminando y disfrutando entre piornos, un deleite para la vista y el olfato, ya que en esta época del año los piornos están en flor.

Ultima cuesta para llegar a la cumbre de Mondalindo.

Seguimos así hasta la misma cumbre del Mondalindo, y de vez en cuando volveremos la vista atrás, pues la altura ganada nos va ofreciendo unas espectaculares vistas de Cuerda Larga, el Valle del Lozoya y las cumbres de los Montes Carpetanos (Peñalara, Claveles, Reventón y Navafría).

Embalse de Pedrezuela, a la derecha el cerro de San Pedro.
Mondalindo.
Bustarviejo, a la derecha la Najarra, a la izquierda El Pendón y más al fondo el cerro de San Pedro.
Vista de Bustarviejo desde Mondalindo

Una vez alcanzada la cima del Mondalindo (1831 metros), disfrutamos de una panorámica espectacular: al sur la meseta madrileña, con las torres de la Ciudad Deportiva recortándose en el horizonte, el Embalse de Pedrezuela, el Cerro de San Pedro, Cerro del Pendón, Cabeza Arcón, Embalse de Santillana; al oeste el Abantos, la Pedriza, la Najarra, Cabezas de Hierro, Montón de Trigo, Peñalara, el Risco de los Claveles, el Puerto del Reventón; al norte Navafría, Embalse de Pinilla, el Tres Provincias, Pico del Lobo, el Cerrón; al este Peña Negra, Embalse del Atazar, Sierra de la Cabrera, cerro de La Cabeza… Un verdadero disfrute para nuestros ojos.

Cima y punto geodésico de Mondalindo
Vista del Valle medio del Lozoya, embalse de Riosequillo y detrás Somosierra y el macizo del Lobo.
A la derecha Peña Negra, al fondo la sierra del Ayllón.
Un lagarto nos da los buenos días junto a la cima de Mondalindo.
Lagarto … Lagarto …

Ahora continuamos nuestra ruta hacia el último objetivo de nuestra ruta, «Peña Negra», donde unas grandes antenas nos sirven de referencia en el horizonte hacia el Este. Continuamos caminando por el mismo cordal entre un piornal de gran belleza. Caminando siempre paralelo a la alambrada, que desde la cima del Mondalindo, ahora separa los términos de Garganta de los Montes (al Norte) y Valdemanco (al Sur).

A la izquierda Peña Negra, a la derecha la Sierra de La Cabrera.
Dejamos atrás Mondalindo.
Camino de Peña Negra.
Vista de Garganta de los Montes, embalse de Riosequillo y Somosierra al fondo.
Dejamos atrás la cumbre de Mondalindo, más al fondo y a la izquierda Cuerda larga y a la derecha Peñalara y los montes carpetanos.

Tras un pequeño recorrido por el cordal de esta preciosa montaña, llegamos a la cumbre llamada Peña Negra, donde destacan unas antenas y un pequeño lugar de descanso con un curioso banco de piedra con la firma de Valdemanco, desde donde las vistas hacia el sur de este pequeño pueblo son de ensueño.

Antenas de Peña Negra.
El Banco de Valdemanco en Peña Negra.
Sierra de La Cabrera, Valdemanco a la derecha.
Valdemanco.

La sierra de La Cabrera aparece a nuestra vista con una perspectiva envidiable, mas al Este el embalse del Atazar y toda la sierra del Ayllón. Al Norte y a nuestros pies, Garganta de Los Montes, el embalse de Riosequillo y todo el Valle medio del Lozoya, con los montes carpetanos, el Puerto de Somosierra y la sierra del Ayllón de fondo. Al Este queda todo el camino recorrido con el cordal de Mondalindo, el resto de la sierra de La Morcuera y la sierra de Cuerda Larga de fondo.

Vista de la Sierra de La Cabrera.

Para el camino de vuelta podemos desandar nuestros pasos o bajar hacia el Cancho del Mondalindo, situado al sur de esta cima y desde donde parten varios senderos que acaban en Valdemanco y Bustarviejo.

Mina de Plata de Bustarviejo 1417-1978.

En las proximidades de la localidad madrileña de Bustarviejo, rodeada por un entorno natural privilegiado y enclavada en la ladera sur de Cabeza de la Braña, se encuentra una de las minas de metales más importantes de toda la Sierra de Guadarrama. Esta antigua mina de plata es una auténtica joya subterránea y un raro vestigio de épocas históricas.

Fue una de las minas metálicas más importantes de toda la Sierra de Guadarrama. Se trata de una explotación de plata que contó también con varias fundiciones, tanto a pie de mina como en el propio pueblo. En ésta última se obtuvieron lingotes del precioso metal en los siglos XVII y XVIII. Las crónicas hablan incluso de la obtención de oro.

Las minas de la Cuesta de la Plata de Bustarviejo son las explotaciones metálicas que más tiempo han estado activas en la provincia de Madrid, desde el siglo XVII (aunque hay pequeños trabajos del siglo XV) hasta 1890, alternándose numerosos explotadores y trabajándose de manera intermitente. En un principio fueron varias minas pequeñas que quedarían integradas en una sola en el siglo XIX.

La mina se encuentra hoy en día en proceso de musealización. Es decir, en su transformación para ser un lugar de divulgación, investigación y desarrollo turístico sostenido. Se han acometido importantes trabajos encaminados principalmente a la delimitación subterránea de la mina y zonas de mayor interés de cara a su explotación. Las ruinas de la torre y rueda del molino del mineral datan de 1660, perfectamente conservada. Por otra parte las labores subterráneas son un museo de la minería, conservando enormes frentes de trabajo en anchurrones y testeros del siglo XVIII. En la parte externa de la mina encontramos paneles informativos que explican cada uno de los elementos que forman el conjunto minero e industrial.

Esquema del conjunto de la Cuesta de la Plata de Bustarviejo.
Molino de la mina
Vista del pozo maestro y escoriales desde el molino
Vista del Molino con el valle de Bustarviejo de fondo
Vista del conjunto de instalaciones de la Cuesta de la Plata
Entrada a la bocamina

Historia de la mina Indiana, antes minas de la cuesta de la Plata.

El descubrimiento de la mineralización, un «venero en el Bustarviejo», se remonta a 1417, a la expedición de Juan Sánchez y Fernando Robledo. Esta campaña fue encargada por el rey Juan II de Castilla, y tuvo por objeto descubrir y ensayar minerales en toda la zona entre Guadarrama y la Sierra de Ayllón.

En 1625 se redescubre la mineralización y se realizan ensayos que dan un contenido en plata y oro que justifican mayores labores, sin embargo la apertura de una mina requería de una fuerte inversión y se abandonan los trabajos. No se tienen nuevos datos de explotación de la zona hasta 1649, cuando se demarca una mina en ese paraje sobre pozos antiguos llenos de agua. No se sabe cuáles fueron los trabajos realizados ni la duración.

En 1659 aparece en escena un «Indiano», un emigrado a América que aporta la tecnología de las minas de plata del Nuevo Mundo. Este personaje, que empieza a trabajar una de estas minas y construir un molino, fallece al parecer sin acabar su obra. Es posible que esta historia inspiró el nombre de la concesión Indiana (siglo XIX), una de las más importantes que han trabajado el yacimiento. Es a partir de ese momento cuando se afianza el topónimo de la Cuesta de la Plata, para la zona de las labores. A partir de mediados del siglo XIX ya no son varias las minas las que son trabajadas, sino que las dos concesiones principales se integran en una sola mina y las otras dos que existían desaparecen sepultadas por las escombreras.

La mina será así trabajada por la Sociedad La Madrileña hasta 1867. Existieron además dos fundiciones, una a pie de la mina activa hasta finales del siglo XIX (y cuyos vestigios todavía se pueden estudiar) y otra en la calle de «La Fundición» de Bustarviejo, operativa fundamentalmente en el siglo XVIII (y desaparecida por diversas obras antes de 1940).

A partir de 1867 ya no se beneficiará la plata sino que habrá tímidas campañas para poner en marcha la explotación del arsénico. Encontramos trabajos de finales del siglo XIX, de la década de 1920 y por último una campaña en los años 70 del siglo XX que dejó numerosos vestigios mineros y maquinaria.

No volvemos a encontrar referencias a estas legendarias minas hasta la década de 1970. En 1977 y 1978 se acometen trabajos de investigación. Vinieron cuatro personas desde Asturias a trabajar en la mina, además de albañiles que trabajaron de manera esporádica en la construcción de un estanque en ladrillo en la parte alta de la mina y las dos casetas de ladrillo en ruinas. Se empieza a trabajar en Agosto de 1977 hasta el final del mismo año y algunos días de 1978, en que la empresa dejó la explotación. Se instalan las machacadoras. En el pozo superior se construye un arco de hormigón y se instala un pequeño cabestrante.

¿Cómo se extraía la plata?

La pregunta que surge es: Cómo eran capaces de obtener lingotes de plata de algo microscópico y en un porcentaje que nunca superaba el 1%?

Un 1% de plata paradójicamente es mucho, es un porcentaje muy elevado. El proceso seguido desde hace siglos es bastante semejante, En primer lugar se reduce el tamaño de los minerales moliéndolo hasta que las partículas que interesan se liberan. Se separa el cuarzo del metal en un lavadero. Acto seguido se tuesta el mineral repetidas veces, así se logra que pierda gran cantidad de arsénico y azufre pues son mucho más volátiles. De esta manera, el residuo que va quedando cada vez es más rico en plata. Después, según la época, la plata era extraída o bien mediante una aleación con plomo (copelación) o mercurio (amalgamación). La pella obtenida era afinada y la plata pura se echaba en los lingotes,

No se han encontrado vestigios de cómo separaban el estéril del mineral antes de proceder a su calcinación. Una vez molido el mineral, se cree que empleando lámina de agua y artesas, separaban las partículas pesadas de metal del cuarzo. Estas partículas metálicas seguían conteniendo impurezas, que se perdían en el posterior proceso de calcinación. Una vez tostado el mineral y enriquecido era transportado a la fundición del pueblo, donde se elaboraban los lingotes.

¿Dónde está la plata?

En esta mina la mineralización no está asociada a filones de cierta potencia y continuidad como en otras minas de la sierra. Aquí encontramos lo que se denomina «stockwork» que a su vez da lugar a «bolsadas mineralizadas» como se puede apreciar en el talud de enfrente. El stockwork consiste en una red de pequeños filones que fracturan la roca. Ahí se concentran los minerales beneficiosos y otros como el cuarzo, al producirse un enfriamiento y cambio de condiciones en los fluidos procedentes de zonas más profundas.

La mina, especialmente las escombreras están cuajadas de bolos y fragmentos de cuarzo de un aspecto tostado y bastante pesados. Al trocearlos aparece un vistoso mineral plateado. Pero esta no es la plata, lo que tenemos ante nosotros es la arsenopirita, un sulfuro de arsénico. Si pulimos estas muestras y las analizamos al microscopio es cuando se ve el mineral que contiene la plata. Es la matildita, un sulfuro (es decir mineral de azufre) con bismuto, plomo y plata.

Perforación y carga de barrenos en mina

En Bustarviejo los barrenos eran manuales; trabajaban dos o tres operarios, uno para sujetar y girar la barrena, el otro para golpear. El taladro rara vez excedía del metro de profundidad. En las minas más modernas se instalan compresores y se barrena mediante martillos neumáticos con empujadores. Una vez realizado el orificio se introducía en el fondo la carga explosiva (antiguamente pólvora, más modernamente dinamita) y se retacaba tapándose el orificio con tierra.

En la minería metálica madrileña, con filones estrechos y roca competente, el método más usual ha sido el de realces. En las zonas de mayor potencia de mineral se trabajaba en «anchurrones» donde se picaba sobre maderas, denominadas «camadas de estemples», circulando bajo ellas una vagoneta con el mineral que los mineros hacían descender por gravedad por pocillos-piquera.

En un principio la mina se profundizó de arriba a abajo, pues a media ladera afloraba el mineral. Estos riñones mineralizados fueron excavados a modo de pozos y espirales hasta una profundidad de unos 15 metros. Las elevadas filtraciones de agua y lo caótico de las labores hacían penosa la extracción del mineral mediante canastos hacia arriba. Así pues, en el siglo XVIII se acomete una galería a media ladera para desagüe y extracción, la cual se ve completada con una galería inferior general comunicando todas las labores, en el siglo XIX. A partir del siglo XVIII las cámaras aumentan su tamaño y se explotan con zonas en realce con galerías inferiores así como banqueos rústicos. Los últimos años del siglo XIX se caracterizan por una minería de rapiña, mordiendo los pilares y repisas y dejando la mina como un auténtico hormiguero.

¿Qué se hacía con el estéril?

Este tipo de minería es muy selectiva, y se extrae únicamente el mineral o el encajante con cierta salbanda. Sin embargo no era posible abrir cámaras ni galerías sin sacar una cierta cantidad de estéril. No era de ningún modo rentable y suponía un gran esfuerzo sacar todo este material fuera. Así pues el estéril tenía dos destinos: servir de apoyo para trabajar en realces y como relleno de cámaras ya explotadas. Este último se realizaba por motivos de volumen de material y no como sujeción, pues los hastiales eran estables.

Torre de la mina (Molino del Indiano)

Se trata de un molino eólico cuya finalidad era moler el mineral. Era el primer paso que seguía el mineral de la mina según salía de ella ya antes de ir a una primera fundición.

Restos de la piedra de moler del molino

La Torre de la mina de Bustarviejo es un molino de mineral que se empezó a construir en 1659 por un minero venido de América, un «Indiano», y que queda sin terminar al fallecer éste. Ello es lógicamente compatible con la ubicación de la construcción próxima a las bocaminas y pozos más antiguos. También por la presencia de los restos la piedra de moler (tallada en cuarzo). Todo esto nos hace pensar que con fecha posterior se terminaría el molino, aunque no se dispone de más testimonios sobre obras posteriores a su construcción en el molino. Dado su estado de precariedad y pérdida de mampuestos, fue restaurado en el año 2005. Declarado BIC (Bien de Interés Cultural) de la Comunidad de Madrid por Real Decreto RD-1863/14-09-1983.

Molino de la mina
Vista del acceso al molino de la mina

La Bocamina (año 1701)

La bocamina se empezó a construir en 1701. mediante martillo y punterola con el objetivo de desaguar la mina y poder extraer el mineral de plata de forma más cómoda. En siglos posteriores fue ensanchada mediante barrenos cortos. Al fondo se encuentra un pozo con torno manual que desciende a otros niveles de la mina actualmente inundados.

Esta bocamina da acceso por su parte izquierda según se adentra, a la mina o pozo del El Indiano , y por su ramal derecho al Pozo Maestro y la Gran Sala.

Acceso a la Bocamina
Bocamina

Pozo Maestro

Se trata de la parte más alta de la mina. Este Pozo Maestro da acceso a una joya subterránea; la Gran Sala o «Plaza de Toros» y la sala de la Cruz.

Pozo Maestro
Pozo Maestro

Elementos de molienda modernos (1977)

En la década de los setenta del siglo XX se añadieron otros dos elementos de molienda que realizaban la misma función del molino, pero separados por tres siglos en el tiempo.

De la mina saldrá el material a la machacadora de mandíbulas que machaca el mineral en trozos más pequeños. Ya más fino el material pasa a la trituradora giratoria o cono simons para seguir triturando el mineral.

Machacadora de mandíbulas (1977)

Se trata de una machacadora de mandíbulas simple, pues consta de una mandíbula fija y otra móvil. La mandíbula móvil está articulada en su parte superior y con un eje en su parte inferior (con sólo posibilidad de movimiento circular). La articulación superior le permite acercarse y alejarse a la otra mandíbula fija, para de esta forma comprimir la roca entre ellas y romperlo. El material se va depositando en la parte superior de la apertura mediante una tolva que regula la cantidad de material que entra para evitar atasco.

Machacadora de Mandíbulas

El material una vez triturado y situado en la parte interior de las dos piezas, sale en el momento en que éstas se separan y recomienza el ciclo. Las mandíbulas están recubiertas de unas placas que se cambian una vez desgastadas. El mecanismo de regulación del tamaño de salida consiste en un sistema que permite mover el apoyo de la mandíbula móvil hacia la otra placa. Posee un volante que transfiere su movimiento circular excéntrico a la placa móvil. Este volante (en realidad son dos a cada lado de un eje excéntrico) había estado unido a un motor por medio de una correa.

Trituradora giratoria primaria o cono simons (1977)

En la década de los setenta se instalan en la mina diversos elementos para moler el mineral que sale por la bocamina. Cada uno de ellos cumple una función determinada, reduciendo el tamaño de la molienda anterior.

Trituradora giratoria

Consta de una parte fija en forma de tronco de cono invertido. En su interior se mueve de forma excéntrica por medio de un eje otro tronco de cono que se denomina «nuez» o cabeza- La nuez tiene un simple movimiento de cabeceo, como el badajo de una campana, comprimiendo la roca de mineral contra la pared fija en puntos sucesivos. Es decir, se introduce el mineral a moler por su parte superior, éste es triturado y sale a un tamaño menor por la «regleta» inferior.

Destacamento Penal de Bustarviejo, «Los Barracones»

El destacamento penal de Bustarviejo ocupó entre 1944 y 1952 a una media anual aproximada de un centenar de presos. La gran mayoría de los reclusos habían sido detenidos a finales de la guerra civil y al comienzo de la postguerra. Procedentes de todo el país vivieron del denominado «turismo penitenciario», pasando de los campos de concentración a la cárcel, donde empezaban su viaje por distintas prisiones. Para obtener la «indulgencia» ofrecida por el Programa de Redención de Penas por el Trabajo había que cumplir numerosos requisitos: Pena dictada, buena conducta, examen de religión, certificados médicos de vacunación y juramento de no haber pertenecido a la Masonería; en algunos casos también se dio la intervención favorable al recluso por parte de alguna persona cercana al Régimen. Además de los presos políticos había un cierto número de presos comunes, condenados tanto por delitos convencionales como por estraperlo.

Destacamento Penal Los Barracones de Bustarviejo

Todos los presos cobraban un «salario». La empresa contratista pagaba a la Jefatura del Servicio Nacional de Prisiones el sueldo íntegro propio de cualquier trabajador libre, del cual, esta Jefatura abonaba un subsidio de 50 céntimos al día al preso, dos pesetas a su mujer (si estaba casado) y una peseta por cada hijo menor de 15 años. El resto se ingresaba en Hacienda. Se fomento así la reunión de los presos con sus mujeres e hijos. De este modo, los familiares pasaron a formar parte del propio sistema represivo, pues su presencia en las inmediaciones del penal fue la manera más eficaz de evitar que los presos se fugaran o adoptaran conductas rebeldes. Así, el régimen franquista se introdujo en lo más profundo de la intimidad de los vencidos. 

Destacamento Penal Los Barracones de Bustarviejo
Garita de vigilancia del penal de Bustarviejo

Dentro del conjunto de edificaciones podemos diferenciar tres grupos: las destinadas a la vigilancia y la reclusión, las relacionadas con el trabajo y las casas de los familiares de los presos.
El primer grupo lo componen el edificio del penal (conocido como los barracones), las garitas de vigilancia y la celda de castigo. En los barracones era donde estaban recluidos los presos, que ocupaban la parte trasera del edificio, donde encontramos los dormitorios y las letrinas. El lateral oriental lo forman la cocina, el botiquín y el economato. La parte delantera la ocupaban las oficinas y las dependencias de la Policía Armada. Estas estancias se usarían como despachos y zonas de descanso, ya que excepto el Teniente, ninguno de los guardias residía en el complejo penal. En cuanto a las garitas, parece que no estaban destinadas tanto a controlar a los reclusos como a vigilar posibles incursiones por parte de la guerrilla antifranquista (el maquis) con cierta actividad en la zona durante los años 1945-1947.
Entre las estructuras relacionadas con el trabajo tenemos algunas canteras, los establos y las propias obras del ferrocarril: un tramo de vía de 9 kilómetros, dos túneles (de 395 y 248 metros de longitud), un viaducto (de 26 metros de altura, con 11 arcos de 12 metros de luz) y la estación situada en las afueras del pueblo.
Por último, algo más de cuarenta estructuras forman el conjunto de las casas de los familiares de los presos, conocidas popularmente como las chabolas. A pesar de su apariencia, estas cabañas seguían un cierto patrón constructivo (todas con un pequeño hogar en una esquina, uno o dos banquillos de piedra interiores y tejado de cemento), lo que parece corroborar que el asentamiento de las familias estaría promovido por la dirección del penal.

Viaducto sobre el arroyo Gargüera
Estación de Bustarviejo
Túnel de La Carguera
Dehesa Boyal de Bustarviejo

1. LA CONSTRUCCIÓN DEL FERROCARRIL MADRID-BURGOS

El ferrocarril Directo Madrid-Burgos cuenta con varios proyectos desde finales del siglo XIX, como alternativa a la línea que, desde Madrid, se dirigía desde Valladolid para desviarse hacia Burgos. No obstante, ante las dificultades para su realización, la «Comisión Burgalesa de Iniciativas Ferroviarias» impulsó el «Plan Guadalhorce», mediante el proyecto redactado por el ingeniero Emilio Kowalski en 1926.

Durante la Segunda República, los trabajos se ralentizaron al priorizarse la construcción del túnel de La Castellana. No obstante, se realizaron obras de gran envergadura, como el túnel de Somosierra, el de mayor longitud de los proyectados, con sus 3895 metros.

Con el golpe de Estado de 1936 y la posterior Guerra Civil se produce un paréntesis en el desarrollo de las obras. Además, la estabilización de las trincheras de ambos ejércitos enfrentados en esta zona de la sierra madrileña, produjo efectos devastadores en las infraestructuras ya construidas.

Después de la Guerra Civil se instaura la dictadura franquista, reanudándose la construcción de los 70 kilómetros restantes entre Madrid y el río Lozoya, utilizándose a los presos políticos como mano de obra esclava. Más tarde, se utilizarían también a presos comunes. Estos trabajadores forzados fueron encerrados en once destacamentos penales, algunos construidos de nueva planta y otros mediante la adaptación de viejas instalaciones civiles o públicas, como la cárcel del partido judicial de Colmenar viejo.

La banqueta de la línea y todas las infraestructuras estaban finalizadas en 1948, pero a partir de este año se produjo un nuevo parón, no solo por la falta de material del carril disponible, sino también porque los enlaces ferroviarios de la capital pasaron a ser prioritarios.

A pesar de los esfuerzos y penalidades que sufrieron los presos políticos víctimas de la represión en los destacamentos, el ferrocarril tardaría veinte años más en inaugurarse, el 4 de Julio de 1968.

2. EL SISTEMA DE REDENCIÓN DE PENAS POR EL TRABAJO

Al término de la Guerra Civil, provocada por el golpe militar del 18 de Julio de 1936, España era un país en ruinas y económicamente arruinado. Su reconstrucción necesitaba abundante mano de obra. Ante su escasez y el abarrotamiento de las cárceles, debido a la enorme campaña de represión organizada por los vencedores de la contienda, el nuevo Estado desarrolló el Sistema de Redención de Penas por el Trabajo, que ya contaba con cobertura jurídica, según Orden Ministerial de 7 de Octubre de 1938. Se trataba de hacer trabajar a los prisioneros de guerra y presos políticos, penalizados por su participación en el bando republicano durante la guerra.

La pretensión expresa era «redimir en toda su extensión al penado», tanto en lo político como en lo religioso, aspecto en el que se hacía especial énfasis. El nacionalcatolicismo, fue uno de los rasgos definitorios del régimen franquista. Se pretendía establecer una identidad entre religión católica y el régimen político, al proclamar que el franquismo encarnaba la nación española. La Iglesia católica fue responsable de gran parte de la arquitectura represiva del Régimen y más específicamente del «Sistema de Redención de Penas por el Trabajo». Las regulaciones sobre el número de días redimidos en función del número de los días trabajados se promulgaron muy pronto. Los días trabajados se restaban de las condenas establecidas por los tribunales. También se redimían penas por el trabajo intelectual, la realización de horas extraordinarias o la donación de sangre.

Las remuneraciones que percibía el trabajador penado apenas le permitían mantener a su familia. De ellas se descontaban las cantidades destinadas a su manutención y alojamiento. Este sistema de retribuciones constituyó una fuente de ingresos y un negocio redondo para las empresas concesionarias de las obras y el Estado, que aprovecharon la mano de obra barata y esclava para enriquecerse.

El sistema de redención de penas por el trabajo tuvo su apogeo en las décadas de 1940 y 1950, pero se mantendrían tras el restablecimiento de la democracia, aunque con notables cambios, hasta su derogación en 1995, cuando se aprobó el nuevo Código Penal.

3. LOS DESTACAMENTOS PENALES, 1

Ubicación de los destacamentos penales.

La Normativa represora franquista establecía que los destacamentos penales no se ubicaran en las cercanías de la población, con el propósito de evitar, en la medida de lo posible, cualquier contacto con los habitantes del lugar. El aislamiento de los presos era una condición añadida de represión. Se aconsejaba también que en las proximidades de los destacamentos hubiera puntos de acopio de agua, especialmente en aquellas obras que requerían una mayor complejidad constructiva, como ocurría con la perforación de los túneles o la construcción de grandes viaductos. Con todo, no fue siempre así; viéndose los presos obligados a recorrer varios kilómetros hasta los tajos de trabajo.

Los últimos destacamentos penales en la actual Comunidad de Madrid.

Además de los destacamentos penales vinculados con el ferrocarril Directo Madrid-Buergos, en la actual Comunidad de Madrid se levantaron otros para la construcción de pueblos devastados, como Brunete, Boadilla del Monte o Villanueva de la Cañada, entre ellos los tres de Cuelgamuros, más conocido como «Valle de los Caídos», y otros de menor entidad.

A partir de 1946 el más destacable fue el de Buitrago de Lozoya, dedicado a la construcción del embalse de Rio Sequillo, y en menor medida, el del Canal del Jarama, en Patones. La dictadura franquista sigió utilizando mano de obra de presos políticos para la construcción de obras públicas, a pesar de que ya habían pasado muchos años desde el final de la Guerra Civil.

El destacamento penal de Mirasierra fue el que empleó un mayor número de presos para la construcción de la Colonia de viviendas de Fuencarral. Con el tiempo, se convirtió en el último destacamento de España en clausurarse, durante la década de los años setenta del siglo XX.

4. LOS DESTACAMENTOS PENALES, 2

Los destacamentos penales quedaron encuadrados en el departamento administrativo de «Obras Públicas» o también «Trabajos Exteriores». Su construcción correspondía a empresas privadas adjudicatarias de las obras. Se trataba de infraestructuras de escasa calidad y pobre mantenimiento, ya que se destinaban a su construcción presupuestos muy reducidos. Se persiguió en todo momento el máximo beneficio para las empresas concesionarias y para el Estado.

Casi todas las dependencias de los destacamentos contaban con dormitorios, cocina, botiquín, letrinas, economato, oficina o despacho del jefe de la unidad y un patio central donde se celebraban las ceremonias religiosas, el control de presencia y otras tareas comunes. Las explanadas colindantes eran el punto de encuentro y reunión de los presos con sus familiares en los días festivos.

En las proximidades de algunos destacamentos se levantaron infraviviendas para los familiares de los penados. Eran espacios de muy reducida superficie, algunos de apenas cuatro metros cuadrados y en los que no se podía estar de pie, los materiales empleados eran de ínfima calidad. Las familias soportaban condiciones de vida peores que las de los propios presos y, por ello, deben ser considerados también como víctimas de esta forma de represión.

Ni siquiera la cercanía de estas construcciones a los centros de trabajo era benigna. Por el contrario, se trataba de desincentivar en los penados un eventual ánimo de fuga. En cierto modo, estas infraviviendas eran una especie de ese alambre de espino que no existía en los destacamentos penales.

5. LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

Cada destacamento mantenía su propia dinámica de trabajo, en función de las necesidades de la empresa contratista. Por lo general, eran turnos extenuantes que se desarrollaban de Lunes a Sábado, desde las ocho de la mañana hasta las seis o las siete de la tarde, con modificaciones impuestas por la climatología. No obstante, los presos realizaron numerosas horas extraordinarias para obtener suplementos económicos con que complementar sus míseros salarios, que apenas les llegaba para subsistir.

Tras el recuento de diana se procedía al reparto de un escaso desayuno, que la mayor parte de las veces consistía en un exiguo caldo con arroz. La dieta alimenticia era pobre, basada en hidratos de carbono y casi desprovista de proteínas de calidad. El hambre era una constante y una forma más de represión.

Finalizado el desayuno, los obreros caminaban hacia los diferentes tajos, en compañía de un número variable de funcionarios. A veces estos recorridos eran sumamente largos. En el destacamento permanecían los que habían causado baja, por enfermedad o accidente.

Los trabajos consistían siempre en penosas labores manuales, de gran dureza física y sin apenas ayuda alguna de maquinaria: movimientos de tierras, minería, perforado de túneles en roca con explosivos, construcción de viaductos y carreteras, transporte de piedras en carretones con fuerza animal, cantería, terraplenados etc. Todas estas tareas se realizaban sin medidas de seguridad laboral, lo que acarreó numerosos accidentes y bajas entre los trabajadores.

Al mediodía se repartía la comida, que se prolongaba durante una hora, incluido un pequeño reposo posterior. Tras la finalización de la jornada se regresaba al destacamento. El descanso se prolongaba hasta la cena, momento utilizado para la realización de otro recuento. Los Domingos se dedicaban a la limpieza del destacamento y de su vestuario. Los internos debían asistir obligatoriamente a misa, que podía celebrarse en las mismas instalaciones o en la iglesia de la localidad, a la que se desplazaban a pie.

Los penados coincidían en ocasiones con obreros libres, pero trabajaban separadamente y se reservaban a los primeros la realización de las tareas con mayores dificultades y en las condiciones más duras.

6. FUGAS Y GUERRILLEROS

En el sistema de redención de penas por el trabajo, las fugas se consideraban faltas muy graves. Por ello, los presos que eran atrapados después de intentar escapar eran devueltos a las prisiones ordinarias de las que procedían, donde generalmente se padecían fuertes penalidades, se podía sufrir tortura y existía un elevado riesgo de muerte. Por supuesto, se eliminaba la posibilidad de volver a disfrutar de reducción de pena por el trabajo y generar mínimos ingresos para sus familiares. Para el servicio de vigilancia no se emplearon grandes recursos humanos, ya que la mayor parte de la policía estaba militarizada y solo había escasos funcionarios adscritos al destacamento.

El control de los penados consistía fundamentalmente en el establecimiento de un determinado número de recuentos, fijados por el jefe del destacamento. Por lo general, se realizaban tras la diana o el desayuno, poco antes de partir hacia los tajos de trabajo, durante las comidas y en la retreta. Tampoco faltaban los recuentos nocturnos. Durante los festivos, cuando los penados disponían de «mayor libertad» para realizar sus tareas de limpieza y recibir la visita de los familiares, podían realizarse encuentros extraordinarios, sin una hora predeterminada, para prevenir las fugas; a pesar de ello, eran estos días cuando se producían la mayoría de los intentos.

En 1945, coincidiendo con el final de la Segunda Guerra Mundial, tuvieron lugar dos grandes evasiones, el los destacamentos de Miraflores de la Sierra (22 fugados), y Valdemanco (37 fugados). Este último caso tuvo un fuerte cariz político, a juzgar por las filiaciones políticas de los fugados, la mayoría de ellos comunistas y ugetistas.

A finales de ese año se produjeron diferentes acciones guerrilleras de resistencia contra la dictadura en la sierra madrileña, encabezadas por Adolfo Lucas Reguilón, autodenominado «Severo Eubel de la Paz». Los guerrilleros pretendían generar un levantamiento en los diferentes destacamentos del ferrocarril Madrid-Burgos. En una operación realizada en el destacamento de Valdemanco, sustrajeron explosivos para otras intervenciones que pensaban realizar en distintos puntos de Madrid.

La estrategia más destacada consistía en la captación de un número suficiente de vecinos para organizar los Comités de Resistencia Antifranquista. Sin embargo, la creación de una fuerte base guerrillera no fue factible, debido a la persecución practicada por la Guardia Civil y al temor de los vecinos.

7. CONSERVACIÓN Y DIFUSIÓN DE LOS DESTACAMENTOS PENALES

Los destacamentos penales, como arquitectura punitiva de la posguerra, forman parte destacada de las infraestructuras ferroviarias del ferrocarril Madrid-Burgos. Su conocimiento y conservación son requisitos básicos para su incorporación en los Catálogos Geográficos de Bienes Inmuebles del Patrimonio Histórico de los municipios. La Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid debe garantizar su protección.

Además de estas consideraciones institucionales y administrativas, la conservación y valoración de los destacamentos deben servir como actividad de reparación y de tributo a la memoria de los más de 6000 penados utilizados como mano de obra forzada, implantada por un sistema injusto y esclavista, bajo la denominación de la Redención de Penas por el Trabajo.

La Asociación memorialista «Los Barracones» surgió como necesidad de recuperar el destacamento penal de Bustarviejo, cuyas actividades de pedagogía social se proyectan al resto de los municipios cercanos, con el objeto de desarrollar lo establecido en la Ley de Memoria Democrática.

Esta Asociación ofrece a la ciudadanía visitas gratuitas los primeros Sábados de mes al destacamento de Bustarviejo, hoy convertido en un lugar público de Memoria. Además favorece investigaciones históricas y organiza eventos docentes y culturales que profundizan en el conocimiento y ampliación de nuestra memoria colectiva presente y pasada.

Para contactar con la asociación: amhlosbarracones@gmail.com

 

RUTAS GUIADAS

En 2007 llega el cambio político a Bustarviejo, con un gobierno de izquierdas en el ayuntamiento por primera vez desde la Segunda República, un grupo de vecinos crean la Asociación de Memoria Histórica Los Barracones. Nace esta asociación con el objetivo de rehabilitar el destacamento penal que hay en la dehesa vieja, que se ha conservado gracias a que los ganaderos lo usaron durante décadas como cuadra para el ganado. Gracias a su esfuerzo y a una pequeña subvención, reformaron la parte delantera del antiguo penal y, desde hace unos siete años, comenzaron a realizar pequeñas rutas guiadas y gratuitas de unas dos horas de duración.

Comienzo de la ruta guiada en la estación de Bustarviejo

La ruta guiada sale desde la antigua estación con una pequeña introducción por parte de los guías explicando el contexto histórico en el que se construyó esta infraestructura. Continuamos caminando por la vía de tren que actualmente está en desuso y en un estado lamentable de abandono. Pasaremos por el viaducto sobre el arroyo Gargüera, construido con escasos o nulos medios técnicos y sin medidas de seguridad. Para después atravesar el túnel de La Carguera, perforado a base de barrenos, de los cuales quedan algunas marcas en las paredes de la zanja o trinchera que da acceso al mismo. Al salir del túnel salimos a la Dehesa Boyal de Bustarviejo, donde se encuentra el destacamento penal, el mejor conservado y el único visitable de España.

Estación de Bustarviejo
Marcas de un barreno en la roca
Vista del Viaducto

Lo primero que nos encontramos son las garitas de vigilancia, a primera vista llama la atención que están orientadas para vigilar hacia afuera en vez de al interior del penal, como parecería más lógico. El motivo de esta disposición eran los guerrilleros antifascistas, la resistencia republicana que no se rindió y permaneció escondida en el monte, con la esperanza de que las cosas pudieran cambiar, sobre todo tras la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial.

Garita 1
Garita 2
Garita 3
Garita 4

De los presos apenas se tenían que preocupar los vigilantes, puesto que muchos de ellos tenían a sus familias viviendo alrededor del propio destacamento, en caso de fuga, los familiares pagarían las consecuencias. Estas familias vivían en las chabolas de piedra que había alrededor del penal, construcciones de apenas dos por dos metros, no se cabía de pie dentro, lo que obligaba a cocinar en la lumbre de fuera. No hace falta mucha imaginación para comprender las penurias y calamidades que pasaron los familiares de los presos, tan víctimas de la represión como ellos.

Viviendas de los familiares «Chabolas»
Viviendas de los familiares «Chabolas»

También veremos los restos las casas del capataz y del teniente de guardia, estas con tejado, ventanas y suelo. También se puede ver el establo para los animales de tiro en el que se pueden apreciar los pesebres, o la construcción dedicada a celda de castigo, que está desprovista de ventanas. Un lavadero construido en la misma roca, donde tenían que romper literalmente el hielo antes de meter las manos con la ropa.

Cuadras de animales de tiro
Vivienda capataz, al fondo el penal.
Celda de castigo
Lavadero

Finalmente accedemos al penal propiamente dicho. Tiene forma rectangular, tras pasar por la entrada principal al patio interior, a nuestra derecha encontramos varias dependencias dedicadas al economato, (los presos recibían una mísera remuneración por su trabajo que podían gastarse allí), la enfermería o botiquín y las cocinas. De frente encontramos dos barracones donde los presos dormían, aún se conservan los restos de las repisas donde tendrían sus pocas pertenencias, incluso los restos de una cenefa pintada como artículo decorativo dentro de tan lúgubre lugar. Destacar las pequeñas ventanas por encima de la vista de los presos, que no les permitía ver el exterior. Contrastan con los habitáculos destinados a la oficina de la empresa contratista, donde aún se pueden ver los restos del hogar de las chimeneas y con ventanas a una altura que permitía vigilar a los presos.

Acceso al penal, a la derecha economato, enfermería y cocina, al fondo la entrada a los dormitorios
Patio central del penal, a la izquierda oficinas de la empresa. Al fondo el tercer Barracón
Patio central del penal, a la izquierda primer barracón. En frente cocina, enfermería y economato. A la derecha puesto de guardia y oficinas empresa

A la derecha del primer barracón encontramos las letrinas, este lugar atestigua las condiciones insanas en las que allí vivían, presenta huellas marcadas en el suelo para hacer aguas mayores, restos de unas pilas para lavarse y una ducha, todo ello alimentado con agua fría. Parece ser que este primer barracón era de los tres el peor, por tener una puerta al exterior y estar pegado a las letrinas. Al frío, los trabajos forzados, la mala alimentación, el poco descanso y la insalubridad de las instalaciones se sumaban plagas y chinches.

Letrinas
Letrinas

Tras recorrer los dos primeros barracones giramos a la izquierda para pasar por el tercer y último de ellos. En este caso lleno de las camas que se pusieron allí para el rodaje de La reina de España. A su lado, una pequeña colección de fotos muestra a los presos en plena faena o junto a sus familias.

Barracones
Barracones
Barracones
Barracones

La visita termina en la parte frontal del penal, a la izquierda de la entrada, correspondiente a las oficinas de la empresa contratista y de los guardias del penal. Actualmente acoge una exposición dedicada a todos los destacamentos penales que hubo a lo largo de la vía férrea y una muestra de objetos de la época como periódicos, zapatos o latas de conserva. 

Restos de los hogares de las chimeneas en oficinas

La Cabrera geológica, Pilancones.

La Sierra de La Cabrera es una formación granítica (plutón) de gran interés morfológico, pues ofrece un amplio muestrario de las peculiares formaciones del modelado sobre granito como son los domos, las acebolladuras, los thors o canchos de bloques superpuestos o los acastillamientos por fallas verticales, pilancones etc.

En geología un plutón es una gran masa de rocas encajada en la corteza terrestre, procedente del ascenso de magma fundido desde grandes profundidades, que se ha enfriado y cristalizado paulatinamente, antes de llegar a la superficie. Un plutón es una intrusión que puede ser muy grande, de hasta varios kilómetros, dentro de la roca encajante. La mayoría de las veces el magma se ha solidificado a profundidades de hasta 10 km, circunstancia a la cual se debe que solo sean visibles en aquellos casos en que la tectónica ha elevado esa zona de la corteza y ha actuado la erosión. Los más característicos son los batolitos y los lacolitos. Batolito, del griego, bathos y lithos que significan profundo y piedra respectivamente, es una masa extensa de granitoides que se extiende por cientos de kilómetros​ y cubre cientos de kilómetros cuadrados en la corteza terrestre. Los batolitos están compuestos por múltiples plutones individuales los cuales pueden solaparse o intersecarse.​ Los grandes volúmenes de los batolitos se deben a una cuantiosa y repetida producción de magma durante periodos de orogénesis.

Este macizo de La Cabrera está formado con dos tipos de granitos: de grano grueso que tuvo una consolidación lenta y de relieves redondeados y de grano fino, de consolidación rápida que origina formas más agudas.

Hablemos y veamos distintas pilanconas cabrereñas

Las formas circulares que se encuentran con frecuencia en las zonas altas de las regiones graníticas son los pilancones y pueden ser confundidos con las marmitas de gigante, aunque son estructuras que tienen orígenes distintos. Las marmitas son formas de erosión asociadas a canales fluviales, con una elevada relación profundidad / anchura y fondos curvos o cónicos, mientras que los pilancones suelen tener relaciones de profundidad / anchura menores y además mostrar fondos generalmente planos. De hecho, los pilancones están más cerca de parecerse a una paellera que a un perol o marmita.

Para la formación de los pilancones se necesita una superficie horizontal que esté bien expuesta a los agentes meteorológicos, como pueden ser la zona alta de un lanchar o de un domo granítico, donde el agua puede quedar retenida en pequeñas irregularidades de la roca horizontal. Una vez retenida el agua, comienzan a actuar procesos de meteorización química que van haciendo más profunda y ancha la irregularidad. Esta situación genera un sistema de realimentación, ya que a mayor tamaño más agua es retenida y, por tanto, habrá mayor meteorización química.

En el caso de los granitos, esta meteorización afecta con mayor intensidad a las micas y feldespatos, creando así un residuo de granos de cuarzo que quedarán retenidos como sedimento en el fondo del pilancón. Esta primera fase continúa hasta que se alcanza un tamaño en el que los granos de sedimento puedan moverse libremente por el fondo del pilancón incipiente, dando lugar a la aparición de los procesos de meteorización física.

Con ayuda de las lluvias intensas que remueven el fondo arenoso comienza un efecto de molienda (abrasión mecánica) que acelera el crecimiento de la estructura. Estos procesos de meteorización física justifican los fondos planos de los pilancones y el hecho de que sean generalmente más anchos que profundos, llegando a unirse unos con otros para formar geometrías muy llamativas.

Otra diferencia importante entre las marmitas de gigante y los pilancones, es que las primeras necesitan tiempos de formación muy cortos (ya que se asocian a regímenes de aguas turbulentas de mucha energía), mientras que para la formación de los pilancones los procesos son mucho más lentos y en ocasiones suelen hacer falta varios miles de años.

Cuando un plutón granítico aflora en superficie tiende a presentar una forma de cúpula, domo de exfoliación o de lajamiento, atravesado por una red de fracturas y diaclasas producto de su descompresión. A través de estas fracturas circulan las aguas meteóricas produciendo una hidrólisis de los silicatos.

A medida que el domo se va degradando, da lugar a una forma consistente en una serie de bloques apilados (v. berrocal), que si muestran desplazamientos por gravedad constituyen lo que se llama pedriza. En su estado final de degradación, el Domo queda reducido a un pequeño conjunto de bloques, denominado Tor. La superficie plana que aparece además cuando el thor es desmantelado recibe el nombre de lanchar.

La flora de la sierra de La Cabrera 15, Quitameriendas

La flor que anuncia el otoño. Quitameriendas, Colchicum montanum, Merendera montana.

La sabiduría popular afirma que el origen de este curioso nombre se debe a que, antiguamente, los pastores o trabajadores del campo se regían por la luz del sol e incluían sus comidas en la jornada laboral. Así, según se iban haciendo las tardes más cortas las horas de luz se iban reduciendo y se tendía a eliminar una de las comidas del día, generalmente la merienda, ya que se adelantaba la cena.

La mayoría de los nombres son referencias de carácter estacional, dado que la planta florece en otoño. Además de ‘quitameriendas’, en la provincia salmantina estas flores también son conocidas como lirios de otoño, aunque su nombre popular depende del lugar en el que brotan. Por ejemplo, ‘merendera’ o ‘alzameriendas’ son términos empleados en otras provincias castellano y leonesas, ‘escusameriendas’ en Aragón, ‘merendeira’ en Galicia.

Los nombres riojanos de espachapastores y aventapastores hacen referencia a que, cuando empezaban a asomar, los pastores debían prepararse para marcharse a la trashumancia.

Otro de los nombres que recibe es el de mataborregos, que tiene que ver con el contenido en alcaloides que pueden provocar problemas en bóvidos y otros herbívoros. De todas maneras en La Cabrera puedes ver a las vacas y sus chotos pastando entre las quitamerendas, incluso comerlas y no parece afectarles lo más mínimo.

En zonas de montaña de Aragón y de gran afluencia turística, algo ya más propio de los últimos tiempos, se usa el nombre de espachaveraneantes, que cuando aparece la merendera los veraneantes van abandonando la comarca.