Amanita Muscaria. Setas de la sierra Madrileña I

Cuentan las sagas nórdicas que gritaban como animales salvajes, lanzaban espuma por la boca y mordían el marco de hierro de sus escudos. Su aparición causaba pánico en las filas enemigas. Los «berserker» eran un cuerpo de guerreros de élite de los primeros reyes vikingos. Se vestían con pieles de oso, sus cuerpos reposaban sobre pieles de oso cuando eran incinerados y probablemente rendían un tipo de culto a los osos. Parece ser que el motivo de este fiero comportamiento era debido al estado de trance producido por la ingesta de hongos alucinógenos, más concretamente la AMANITA MUSCARIA.

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Todas las fotos están hechas en la sierra de Guadarrama, más concretamente en el puerto de Canencia, Puerto de la Morcuera y en el Espaldar de la sierra de La Cabrera.

La amanita muscaria, también conocida como matamoscas o falsa oronja,​ es un hongo basidiomiceto muy común, del orden Agaricales.​ El epíteto específico muscaria proviene del latín musca, mosca, y hace referencia a la interacción que se produce entre este hongo y los insectos. Paraliza temporalmente a los insectos que entran en contacto con la seta. Además del de falsa oronja (puede confundirse con la oronja o amanita cesárea cuando el sombrero está muy lavado), otros de los nombres que puede recibir son agárico pintado y oronja pintada.

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Con un tamaño en su madurez que puede ir de 10 a 20 cm, presenta un vivo color rojo rodeado de puntos blancos que se va difuminando con el paso de los días. Su sombrerillo varía entre los 10 cm y 25 cm de diámetro, evolucionando desde la forma globosa a convexa y finalmente plana como casi todas las amanitas. Su cutícula es de color rojo escarlata que vira al naranja con la edad. Sobre ella hay numerosos restos blancos del velo universal. Estos, suelen ser de textura algodonosa y dispuestos en círculos concéntricos, de color blanco que amarillea con el tiempo. Carnoso, consistente y de aspecto atractivo. Margen incurvado y ligeramente estriado en la madurez. Presenta un pie cilíndrico, fácilmente separable del sombrero, blanco a ligeramente amarillo claro, recto, robusto, lleno y con anillo. Su tamaño varía desde unos 12 a 20 cm de altura y de 1 a 3 cm de diámetro. El anillo es amplio, membranoso y con el borde ligeramente teñido de amarillo. La base del pie es claviforme, rodeado de una volva, blanca, fugaz, a manera de verrugas que componen círculos incompletos.

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En sus primeros estados el sombrero aparece envuelto por un velo blanquecino, presentando una forma globoide que posteriormente, al desgarrarse, se tornará hemisférica para terminar extendiéndose, con el margen ligeramente incurvado. También presenta unas granulaciones blancas o amarillentas que se dispersan por toda la superficie. Estas son los restos de la volva o cobertura inicial y, con el tiempo, van desapareciendo de forma gradual. La cutícula es de color rojo, muy brillante, con matices que van desde el anaranjado al amarillo oscuro. La superficie inferior aparece recubierta por láminas, generalmente blancas, independientes y ventrudas.
El pie, de coloración clara, puede llegar a medir hasta 24 cm de altura y 3 cm de grosor, presentando un aspecto bulboso en la base, sobre la que pende un característico anillo blanco de aspecto membranoso.

 

El uso peculiar de este hongo como enteógeno está documentado desde 1730. Una leyenda koryak habla de un héroe, Gran Cuervo, que capturó una ballena pero después no pudo devolverla al mar debido a su gran peso. El dios Vahiyinin (Existencia) le dijo que consumiera espíritus de wapaq para conseguir la fuerza que necesitaba. Vahiyinin escupió sobre la tierra y surgieron plantas de color blanco, pequeñas. Eran los espíritus de wapaq. Apenas comió wapaq, Gran Cuervo se convirtió en alguien muy fuerte y suplicó: «¡Oh wapaq, crece por siempre en la tierra». Después de esto le dijo a su gente que debían aprender lo que wapaq tenía para enseñarles. Wapaq es la amanita, regalo de Vahiyinin.
En la Rusia siberiana estos hongos son consumidos por los chamanes de algunas tribus. Estas tribus de Siberia no conocían otros intoxicantes hasta que los rusos introdujeron el alcohol. Secaban los hongos al sol y se los comían. Podían comérselos ya fuera solos o en un extracto con agua, con leche de reno o con el jugo de varias plantas dulces. Si se iba a comer solo se humedecía primero en la boca, o bien, una mujer no dejaba de ensalivarlo hasta formar una bolita que el hombre consumía. El uso ceremonial de la amanita dio origen posiblemente a la práctica ritual de beber orina, pues estas tribus sabían que los principios psicoactivos de los hongos son filtrados por el riñón en forma de metabolitos aún activos, algo inusual en relación a los compuestos alucinógenos de las plantas.​ Los koryaks derramaban agua sobre algunos hongos y los hervían. Luego beben este licor y se intoxican: los más pobres se apostaban alrededor de las tiendas de los ricos buscando la oportunidad de recoger la orina de los invitados que salían a orinar. Así lograban intoxicarse ricos y pobres.
En 1968, el estudioso de etnomicología R. G. Wasson propone la identificación del soma, sustancia divina fundamental en los ritos de la India védica, con la Amanita muscaria. Para justificar su tesis hace referencia a la traducción de distintos versos escritos en el Rig-veda (el más antiguo de los Vedas); Wasson cree identificar en ellos pruebas de la ingestión ritual de orina, algo que reforzaría la identificación del soma con la Amanita muscaria: «los hombres hinchados orinan el soma que fluye. Los señores con las vejigas hinchadas, orinan el soma con rápidos movimientos». Los sacerdotes que personificaban a Indra y Vayu orinaban soma tras ingerirlo en la leche. En los poemas védicos la orina no es un término ofensivo; es una metáfora que describe la lluvia. Las nubes fertilizan la tierra con su orina.​ La propuesta de R. G. Wasson, sin embargo, no está demostrada de forma definitiva,​ y el debate sobre la identidad del soma aún no se ha zanjado.

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Este hongo puede encontrarse en condiciones de hábitat muy amplias, desde las regiones más bajas, hasta las zonas de media y alta montaña, siendo éstas últimas circunstancias las más probables. Aunque vive en todo tipo de bosques, es más frecuente encontrarla en los de hayas, pinos negros, abetos y abedules. Crece asociada a las raíces de éstos, con los que intercambia sales minerales y agua por otras sustancias orgánicas, pudiendo llegar a formar grupos relativamente numerosos. Se desarrolla entre finales de verano y otoño, dentro de la estación micológica.

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Comestibilidad y propiedades

Su sabor, al igual que su olor, no son especialmente intensos y está considerada como una seta peligrosa por su toxicidad. En dosis muy altas, tiene un gran efecto neurotóxico, mientras que si está seca su potencial alucinógeno es mucho más alto. En grandes cantidades puede inducir al coma. Sus principales propiedades son enteógenas, por lo que se ha utilizado desde tiempos remotos como estimulante. Administrada por vía oral es también tóxica para el intestino y el hígado, por lo que si se ingiere inadvertidamente, se debe recurrir a un centro médico, mostrar el espécimen ingerido y sugerir pruebas de función hepática para descartar daño permanente. El efecto neurotóxico está dado por un componente llamado muscimol, un potente alucinógeno. El muscimol actúa a nivel de las sinapsis neuronales, como agonista en los sitios de interacción de los receptores de ácido gamma-aminobutírico, también llamados receptores de benzodiazepinas (ejemplo de éstas es el componente activo del Valium, la metildiazepinona), y, entre muchas de sus acciones sobre el sistema neurológico, causa la apreciación deformada de formas y distancias. El compuesto enteógeno o psicoactivo se llama ácido iboténico y si el hongo se deja secar se convierte en muscimol. La seta también produce un alcaloide tóxico llamado muscarina.
Se dice que el consumidor de este hongo siente una alegría retozona, que suele manifestarse con cantos; y cualquier esfuerzo físico que trate de realizar se le hace fácil, porque el tono muscular se eleva considerablemente. En ciertos sujetos, y según la dosis de amanita muscaria ingerida, de la exaltación suceden la calma, un notable decaimiento y la somnolencia. El consumidor acaba durmiéndose, y en sueños cree contemplar sucesos futuros.
Por lo regular, y sobre todo al principio de la intoxicación, el conocimiento se mantiene en buenas condiciones, y el afectado coordina bien, se siente feliz y satisfecho. Luego sobrevienen las alucinaciones. Ve junto a él personas inexistentes, a quienes habla y comunica sus intimidades; pretende hacerlas partícipes de sus bienandanzas, de las maravillas y bellezas que contempla. Con sus dilatadas pupilas, todo cuanto le muestra la realidad se le agranda de manera tan prodigiosa, que de una pequeña concavidad puede antojársele sima profundísima; un vaso de agua, inmenso lago.

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Un potente alucinógeno.

Son muchos los usos psicotrópicos de estos hongos a lo largo de la historia. Según los últimos estudios, parece ser que constituía el componente principal del «soma», el elixir de la juventud de los antiguos vedas, ya presente en el 1500 a.c. en lo que sería actualmente el norte de la India. Este pueblo de guerreros obligaba a sus esclavos a comer este hongo y posteriormente recogían la orina, con la cual fabricaban el soma. De esta manera, a través de la orina podían disponer de sus propiedades psicotrópicas sin sus efectos físicos negativos, dado que el organismo expulsa por la orina el ácido iboténico, principal responsable de estos efectos, mientras que la mayoría del muscinol, que produce la mayoría de los efectos desagradables físicos es retenido en el organismo y metabolizado por el hígado.

De igual manera, la Amanita Muscaria fue muy utilizada por los vikingos. Esta seta es muy abundante en Escandinavia, donde crece debajo de abetos y abedules. Este pueblo de fuertes guerreros ingería este hongo para obtener más fuerza en la batalla y no sentir cansancio o dolor. Entre ellos destacaban los «berserkers», una élite especial de guerreros. Parece ser que bebían un elixir confeccionado especialmente con esta seta, que les proporcionaba un estado de trance muy característico; luchaban como posesos, e incluso llegaban a morir por deshidratación, al no sentir la necesidad de beber. Por la forma que aparecen en los antiguos escritos, como luchaban, el aspecto físico de su cuerpo, la mirada de sus ojos o sus reacciones corporales, se supone que estaban bajo los efectos de la Amanita Muscaria.

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Protagonista en la literatura y el la tradición.

Dada su gran belleza, es el hongo que aparece dibujado en muchos cuentos infantiles o pintado en muchos cuadros. Es el hongo que se describe constantemente en los libros de los Gnomos, Duendes de los bosques, Elfos y otras criaturas similares. En todos estos libros existen similitudes respecto a la conducta y vida de estos seres. Todos ellos viven en los bosques y lo hacen dentro de unos hongos muy vistosos y de color rojo.

Todos estos seres pueden ser al mismo tiempo seres bondadosos, capaces de realizar las mejores acciones cuando están tranquilos y ser completamente malvados cuando se muestran nerviosos o intranquilos. Las propiedades alucinatorias y los cambios de comportamiento que origina la Amanita Muscaria se reflejan claramente en el carácter de estos personajes.

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En Vía muerta III. Entre Garganta y Gargantilla

Parece mentira que en el tiempo de la España vaciada, del calentamiento global y de la incertidumbre política, nadie apueste por rehabilitar el Directo Madrid-Burgos. Con una pequeña parte del dinero que se gastan en repetir las elecciones se podrían poner en marcha muchas infraestructuras con esta. Algunos dirán que no es rentable, como si los servicios públicos tuvieran que serlo. Otros dirán que es mejor apostar por el transporte de carretera, como si quemar gasolina fuese una moda.

En definitiva, que unos por otros la casa sin barrer y la línea cada año que pasa se encuentra más deteriorada. Ya va siendo hora que Bruselas tire de las orejas a políticos ineptos aunque sólo sea por gastarse la subvención recibida para rehabilitar un tren que no puede andar porque no tiene vías para hacerlo. Aunque suene como un chiste malo es la pura realidad, una realidad que en España suele superar cualquier tipo de ficción.

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Túnel 14, Mata Águila

Seguiremos con nuestro recorrido desde donde lo dejamos en la anterior entrega, en el interior del Túnel 14, «Mata Águila». El Túnel que une los términos municipales de Lozoyuela y Garganta de los Montes. Conforme vamos saliendo podemos observar el abandono a que está sometido esta vía, la vegetación apenas deja ver las vías, será que con la desidia de la administración la vía férrea acabará convertida en una «vía verde».

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Salida del túnel Mata Águila en Garganta de los Montes.

Lo cierto es que al salir del Túnel entramos de lleno en el Valle del Lozoya y a pesar de ser verano la exuberante vegetación da un bonito colorido.

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La vegetación parece querer recuperar su espacio.

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Esto no es una vía verde, aunque a algunos se lo parece.

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Aquí, hasta los cardos en verano están verdes.

Seguimos avanzando en dirección Norte, ya en el término Municipal de Garganta de los Montes podemos ver una vieja caseta en estado de ruina que en su día fue el apeadero de este singular y bello pueblo. El apeadero está situado en las afueras del municipio, aunque tiene la suerte de no estar tan alejado como en otros pueblos por donde discurre la vía.

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Apeadero de Garganta de los Montes.

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Antiguo apeadero de Garganta de los Montes o lo que queda.

Dejamos atrás el antiguo apeadero de Garganta para ir a buscar uno de las construcciones más emblemáticas del Valle, el Viaducto del Lozoya. La vía va serpenteando entre pequeños cerros con una ligera pendiente descendiente hasta llegar al centro del Valle, por donde discurre el río Lozoya encajonado entre profundas gargantas.

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Dejamos atrás Garganta de los Montes.

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Llegando al Viaducto.

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Vista al Oeste desde el Viaducto, Valle del Lozoya.

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Río Lozoya desde el Viaducto

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Vista al sur desde el Viaducto

El Viaducto del Lozoya, (llamado también incorrectamente como Puente de Taboada, probablemente por la asociación con el cercano puente de la carretera 604 que cruza el río unos metros aguas abajo) es una de las obras de ingeniería más singulares levantadas en la región madrileña en el primer tercio del siglo XX.

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Viaducto del Lozoya

El Viaducto fue diseñado en 1928 por Kowalski. Se trata de una soberbia estructura de hormigón, recubierta con falsos sillares, de planta ligeramente curvada, con 240 metros de longitud y una cota de vía de 1063,10 metros.
Sus apoyos los forman 16 enormes arcos de medio punto, de 12 metros de luz cada uno y una altura máxima de 45 metros. Existe otro arco más, de configuración apuntada, que se abre directamente sobre el cauce del Lozoya y sobre el que se sostienen los dos arcos centrales.

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Arco inferior central sobre el río Lozoya

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Detalle del arco central visto desde el río

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Río Lozoya bajo el Viaducto

Dejamos atrás el Viaducto para continuar camino de Gargantilla del Lozoya, aunque como en otras ocasiones la vía pasa de largo de este pueblo cargado de historia.

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Pasado el Viaducto, mirando al Oeste, la carretera que da acceso al Camping Monte Holiday

Aquí podemos ver el pueblo desde la vía, sobre el puente del camino del cementerio, camino que lleva a la Ermita de Santiago.

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Gargantilla del Lozoya

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La Vía continua hacia el Norte, camino de San Mamés.