La Pedriza (Parte 1ª). En busca del Elefantito.

La Pedriza es uno de esos lugares que nos transportan a la noche de los tiempos de la humanidad, incluso mucho antes, a épocas en las que el hombre aun no había hecho acto de presencia. Existen multitud de peñas zoomorfas (con forma de animal): Pájaros, Caracoles, Tortugas, Focas, Camellos, Ardillas, incluso Dinosaurios, dependiendo siempre de la imaginación de quien lo contempla. Pero ninguna de estas peñas es tan distinguida y monumental como el Elefantito, más parece haber sido labrada por un escultor que por la caprichosa acción de la erosión natural producida por el viento y el agua, con la inestimable ayuda del hielo.

La senda que lleva hasta este paquidermo de granito es una de las más bellas de la Pedriza y por ende de toda la sierra de Guadarrama. Esta ruta es la que veremos a través de las siguientes fotos, comenzando por el Risco del Indio, el Alcornoque del Bandolero (con varios cientos de años de edad), la Cueva del Bandolero, el collado de la cueva, la cueva del Ave María, el Caracol, la Gran Cañada, para terminar por fin con el mencionado elefantito. También veremos en el descenso hacia Manzanares los cinco cestos y alguna que otra formación rocosa con formas de animales.

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Risco del indio

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Alcornoque del Bandolero

Cueva de los bandoleros

Cueva del Bandolero

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Batman?

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Cueva del Ave María

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Cueva del Ave María

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El Caracol

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Ponle el nombre que quieras

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No ves una ardilla?

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La hora del bocata

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En la Gran Cañada, una encina crece sobre la roca.

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Otro risco

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Al fondo el Yelmo

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Por fin el elefantito

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Otra del elefantito

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Junto al elefantito

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Contraluz del elefantito

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Cinco cestos

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No ves la cabeza de un perro?

 

Que es La Pedriza?

La Pedriza es un gran batolito granítico situado en la vertiente sur de la sierra de Guadarrama, dentro del municipio de Manzanares el Real, en el noroeste de la Comunidad de Madrid. Este berrocal está formado por numerosos riscos, paredes rocosas, canchales, arroyos y praderas. Las acciones mecánicas que se han ejercido sobre estas rocas durante millones de años han conformado formas muy curiosas y atractivas. Por todo ello se trata de una zona de gran interés geológico, paisajístico y deportivo, sobre todo para senderistas y escaladores.

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Vista de La Pedriza y Manzanares el Real desde el embalse de Santillana

 

La Pedriza se ubica en la mitad Este de la vertiente sur de la Cuerda Larga, perteneciente éste a su vez al Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama (el espacio protegido más grande de la Comunidad de Madrid). Esta zona tiene una superficie aproximada de 3200 hectáreas y su altitud va desde los 890 metros del embalse de Santillana hasta los 2029 metros de los riscos de las Torres de La Pedriza, los cuales se acercan a la línea de cumbres de Cuerda Larga. Al oeste está limitado por la garganta del Manzanares, por donde transcurre el río Manzanares, y al este por el Arroyo del Mediano y el Hueco de San Blas.

La Pedriza es un canchal berroqueño compuesto de canchos, tolmos, agujas, cubos, piedras caballeras, domos y puentes de roca. Está dividida en tres partes bien diferenciadas.

La primera de ellas, la más meridional, se denomina El Alcornocal, y está situada al norte del municipio de Manzanares el Real. Es la parte más pequeña de las tres y la de menor altura ya que comprende solo el cerro de El Alcornocal (1110 m). Está separada de la Pedriza Anterior por el collado de la Cueva.

La segunda parte está situada en medio de las otras dos y se la conoce como Pedriza Anterior, ubicada al norte de El Alcornocal y al sur del Arroyo de la Dehesilla. Su pico más importante y conocido es el Yelmo (1719 m). Esta parte de La Pedriza es un macizo montañoso que culmina en los riscos de Los Fantasmas (1727 m) y en el del Yelmo, situados en el norte de la Pedriza Anterior. Existen pequeños valles orientados generalmente de oeste a este, como son el caso del Hueco de las Hoces, en el oeste, la Gran Cañada, en el sur, y el Hueco del Recuenco, en el este.

La tercera parte es la más septentrional, denominada Pedriza Posterior, que asciende hacia el Norte desde el Arroyo de la Dehesilla, hasta fundirse con la Cuerda Larga, teniendo los riscos de las Torres de La Pedriza (2029 m) como límite natural con Cuerda Larga. Esta zona tiene forma de un gran circo de montaña orientado al sur y en forma de C, se le conoce como el Circo de la Pedriza Posterior.​ En la cresta de este circo están los picos más altos de la Pedriza.

Geológicamente, la Pedriza está formada por rocas graníticas formadas hace 300 millones de años, con un característico color rosado y curiosas erosiones, diaclasas, pequeñas fallas, barrancos y collados de cierta importancia, que les dan formas características. Las principales rocas que forman La Pedriza son: granitos (93 %), gneises (4%) y arcillas (3%).​ Los gneises son más antiguos y están en las zonas más elevadas, mientras que los granitos abundan en todas las zonas. Las arcillas se encuentran en zonas de sedimentación.

Los granitos de La Pedriza son rocas que afloraron a la superficie por desmantelamiento de los materiales que los recubrían. Al acercarse a la superficie se cristalizaron los minerales que en el caso del granito son el cuarzo, feldespato y mica. Después de enfriarse se producen roturas y fragmentación en las rocas (diaclasas). La roca suele presentar cuarzo, feldespato, biotita y, a veces, moscovita y con tamaños de grano medio a grueso. El predominio de feldespato y cuarzo hace prevalecer el color grisáceo claro. Al oxidarse el hierro que contienen las micas biotitas aparece el característico color ocre-rojizo de La Pedriza. Una vez que el granito está en el exterior, el agua y el hielo penetran por las grietas fragmentando los bloques. La Pedriza es un gran ejemplo de modelado en granito, definido por una red de fracturas compuesta de diversidad de fallas y fisuras. Por sus características estructurales y su pasado climático, se han escindido torreones, yelmos, tolmeras y piedras caballeras. De composición heterogénea, pero con carácter compacto, estas rocas cristalinas presentan planos netos de fracturación que guían el modelado. Por todos estos procesos químicos y mecánicos, La Pedriza presenta un elevado número de formas caprichosas y curiosas.

Su formación se remonta al Paleozoico Medio (hace entre 360 y 290 millones de años), un sustrato inicial de antiguos granitos y sedimentos se empezó a plegar y metamorfizar, originándose los gneises. Durante el Paleozoico superior (entre 290 y 250 millones de años) dichos materiales se fracturan. Se inicia el emplazamiento cerca de la superficie de grandes masas magmáticas, que al enfriarse darán lugar a los batolitos graníticos. Todos estos procesos formaron parte de la orogenia varisca, causada por la colisión de los continentes que formaron Pangea.

Desde finales del Paleozoico y durante el Mesozoico (hace entre 250 y 65 millones de años) se producen los procesos de erosión y desmantelamiento total del relieve varisco, resultando una extensa penillanura que afectaría a todo el Macizo Ibérico.

Al final del Mesozoico, en el Cretácico, se produce una importante transgresión marina del antiguo mar de Tetis, cubriendo el mar la penillanura y pasando a formar entonces toda la zona el extremo suroeste de una amplia plataforma continental ibérica, en la que se depositarán las arenas y calizas que pueden verse hoy a ambos lados del Sistema Central y en el valle del Lozoya.

En el Cenozoico (hace unos 40 millones de años), actuaron los procesos de la orogenia alpina que provocan la elevación del Sistema Central y la compartimentación en bloques tal y como los encontramos. La erosión del macizo rocoso provoca el relleno sedimentario de las cuencas.

La acción glaciar del Cuaternario (hace 1,8 millones de años hasta hoy) acabaría de modelar los relieves actuales de la zona más alta de La Pedriza, es decir, por encima de los 1800 metros. En las partes más bajas, la consolidación de los ríos y la excavación de valles y terrazas dan lugar a la morfología actual del terreno.

 

 

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El Hayedo de Montejo

Si quieres disfrutar de uno de los lugares mas bellos e interesantes de la sierra norte de Madrid tienes una cita obligada con el Hayedo de Montejo, donde sus árboles parecen sacados de un cuento de hadas.

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El hayedo de Montejo es un bosque de hayas de poco más de 220 hectáreas de superficie, situado en las faldas de la Sierra de Ayllón y perteneciente al municipio de Montejo de la Sierra (Comunidad de Madrid, España), al norte de la provincia madrileña y separado con la provincia de Guadalajara por el río Jarama. La presencia del río Jarama ayuda a ensalzar aún más la belleza del paisaje, con esas aguas claras, que fluyen y dotan de vida al Hayedo.

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Fue catalogado como Sitio Natural de Interés Nacional en 1974, siendo uno de los hayedos más meridionales de Europa. En 2017, junto con otros hayedos de España y Europa, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco como extensión de los Hayedos primarios de los Cárpatos y otras regiones de Europa. Popularmente se suele afirmar que este hayedo es el más meridional de toda Europa, pero esto es sólo un falso mito, ya que no es ni siquiera el más meridional de España. En España el hayedo más meridional es «el hayedo del Retablo», que se encuentra entre las provincias de Tarragona y Castellón.​ Y el hayedo más meridional de Europa se encuentra en Sicilia, en la vertiente sur del Etna.

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Es uno de los hayedos más estudiados de la Península Ibérica, y la gran afluencia de personas ha hecho que las visitas estén restringidas. La única forma de visitar el hayedo de Montejo es a través de las visitas guiadas que gestiona el centro de recursos de la Sierra del Rincón.

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El Hayedo es un paraje insólito dentro de la Comunidad de Madrid, de ahí su importancia. Es difícil que se generen estos bosques en estas latitudes, de ahí la curiosidad que despierta. Su origen se remonta a etapas lluviosas y húmedas postglaciares en Europa. El hayedo representa los restos de la vegetación caducifolia centroeuropea en el centro de España.

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El microclima existente en la zona debido a la captación de humedad proveniente de las masas de aire que chocan contra la Sierra, y el hecho de que la ladera de la colina permanezca en la sombra (zona de umbría), han hecho posible que se conserve el hayedo existente en Montejo desde épocas postglaciales.

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El Hayedo está delimitado en su parte inferior por el río Jarama. En su ribera crecen brezos, abedules, serbales, etc. En las laderas de esta zona montañosa, las hayas surgen señoriales, demostrando su poderío en esta parte de la Sierra. Algunas veces forman agrupaciones, pero casi siempre aparecen mezcladas con robles y rebollos. Otra especie muy característica del Hayedo son los acebos, que asoman de vez en cuando y sirven de refugio para ciertos animales. La altitud del Hayedo oscila entre los 1.200 y los 1.600 metros, dependiendo de la zona donde nos encontremos.

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Cuenta la leyenda, que «algunos antiguos carboneros y leñadores de Montejo afirmaban que el bosque conocido como El Chaparral está habitado por duendes y hadas y que éstas, juguetonas y curiosas, gustaban de engatusar a los visitantes y caminantes del bosque con sus caricias y dulces cánticos. Estos cantos tan melosos y atractivos servían para llevar a los paseantes hasta sus guaridas y convertirlos en animales tales como la lagartija o el petirrojo, con el objetivo de dotar al mencionado bosque de mayor número de habitantes y lograr así mayor encanto».

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El Hayedo de Montejo es un monte comunal, allá por el año 1.460 el pueblo compra a un noble de Sepúlveda el monte de hayas y robles, a orillas del río Jarama, conocido como El Chaparral, hoy el Hayedo de Montejo de la Sierra. Aún así, se produjo algún contencioso por la propiedad de dicho monte. En un principio los señores de Buitrago expresaban que la propiedad era suya, pero cuenta la tradición que el propio Emperador Carlos I de España y V de Alemania dejó bien claro que el citado monte y bosque eran de los vecinos de Montejo.

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Podemos encontrar multitud de colores en el Hayedo, pero todos guardan una cosa en común: la belleza con la que dotan al paisaje que del que forman parte. Pocos árboles como el haya tienen tanta elegancia. Su tronco es fuerte y liso, su copa equilibrada a la vista, donde ramas y hojas se reparten el terreno en capas horizontales para captar el máximo posible de luz.

Su majestuosidad apenas se ve alterada con el cambio en las distintas estaciones. En los períodos veraniegos y primaverales destacan por sus colores verdes, vivos y frescos, llenos de vida. En el invierno su impresionante presencia se vuelve un poco más austera debido a que sus ramas pierden las hojas quedando sus ramas desnudas. Pero sin embargo, en el otoño se muestra más impactante que nunca, con esos tonos color pizarra,  marrones que crean un ambiente para el ensueño, algunos amarillos, algunos verdes, algunos rojizos y anaranjados que resaltan la variedad de sus hojas, que hacen que destaque aún más la figura señorial de este árbol.

Complementando al haya, tenemos a su compañero inseparable, el roble, con un porte tan elegante como el de ésta. Entre estos enormes ejemplares de hayas y robles, también se pueden encontrar cerezos silvestres, avellanos, abedules, enebros, álamos temblones, acebos, brezos y serbales, todos ellos en menor proporción. Algunos de estos ejemplares tienen nombre propio, como el abuelo (un viejo roble, el más longevo de este bosque), pie de elefante, pero el haya de la Roca es la más admirada por sus más de 250 años y por tener sus raíces incrustadas en una roca cubierta de musgo que la sostiene a modo de pedestal.

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La fauna existente no es la típica de un hayedo, debido a su pequeño tamaño y a su latitud geográfica; podemos encontrar especies como el corzo, el jabalí, el tejón, la nutria, la garduña, el gato montés, la perdiz, el azor, el águila calzada, el cárabo común, el picapinos, el pico menor, el mirlo acuático y algunas aves paseriformes como carbonero, herrerillo, arrendajo, trepador azul, agateador común, etc.

Por último, también cabe recordar que el término municipal de Montejo de la Sierra es rico en todo lo referente a las setas y hongos. Esto atrae a gran cantidad de curiosos y aficionados a la micología todos los años. De estas especies se pueden destacar: Coprino Blanquinero, Colmenilla, Mucidula, Viscosa, Boleto Real, Boleto del abedul, Falsa Oronja, etc.