Existen algunos tipos de flores que llevan asociadas mitos o leyendas desde tiempos ancestrales. Probablemente el Narciso sea la más representativa de todas ellas. Veremos unas fotitos de los narcisos que crecen en las dehesas de La Cabrera y el gusto que muestran por ellas las vacas. Al final recordaremos la leyenda asociada a esta flor.
El narcissus bulbocodium es una especie botánica de la familia de las amarilidáceas. Se trata de una planta pequeña con flores grandes y solitarias. Hojas de color verde oscuro de 1,5 a 4 mm de ancho, ascendentes. Tallo cilíndrico de color verdoso, de 10 a 25 cm de altura y raíz bulbácea. Sus flores son de color amarillo claro, espata visible y papirácea. Tiene corola obcónica de 8 a 25 mm de largo, tépalos pequeños puntiagudos, estambres largos con los filamentos curvados que no sobresalen del borde y estilo largo. fruto en cápsula con 3 valvas.
Se trata de una planta vivaz. Florece temprano, entre los meses de marzo y abril; en el sur, incluso en febrero. En la montaña florece más tarde. En cualquier caso, los narcisos son unas de las primeras flores en aparecer en primavera.
Crece en praderas y claros de bosques o matorrales desde el nivel del mar hasta la montaña en la Península Ibérica y el suroeste de Francia. También alcanza Marruecos, aunque algunos autores consideran que se trata de una especie diferente.
Crece en prados y pastos de colinas y montañas, arenales y cervunales en alta montaña. Se distribuye por Francia, Portugal y norte de África. En España en la Cordillera Cantábrica y en el Sistema Central.
Narcissus bulbocodium fue descrita por Carlos Linneo en Species Plantarum, que fue publicado en 1753, como un trabajo en dos volúmenes por Carlos Linneo. Su principal importancia radica en que es el punto de partida de la nomenclatura botánica que se usa hoy en día. Esto quiere decir que no se aceptan como «válidamente publicados» los nombres de taxones anteriores a la fecha de publicación de este libro, y los primeros taxones «válidamente publicados» son los que aparecen en este libro.
Narcissus es el nombre genérico que hace referencia del joven narcisista de la mitología griega Νάρκισσος (Narkissos) hijo del dios río Cephissus y de la ninfa Leiriope; que se distinguía por su belleza.
El nombre deriva de la palabra griega: ναρκὰο, narkào (narcótico) y se refiere al olor penetrante y embriagante de las flores de algunas especies (algunos sostienen que la palabra deriva de la palabra persa نرگس y que se pronuncia Nargis, que indica que esta planta es embriagadora).
Bulbocodium es el epíteto latino que significa «bulbo lanoso».
Las amarilidáceas (Amaryllidaceae) son una familia de plantas herbáceas, perennes, bulbosas o rizomatosas, pertenecientes al orden Asparagales de las monocotiledóneas. Pueden ser fácilmente reconocidas por sus flores trímeras dispuestas en inflorescencias similares a umbelas, las cuales se hallan rodeadas de dos brácteas en la extremidad de un escapo. La familia está compuesta por alrededor de 73 géneros y aproximadamente 1600 especies y se distribuye por todo el mundo. La diversidad de esta familia se halla taxonómicamente organizada en tres subfamilias, a las que hasta hace poco tiempo se les reconocía la categoría de familia: amarilidóideas, alióideas y agapantóideas. Salvo esta última, que presenta un solo género, las dos restantes se dividen en varias tribus.
Las amarilidáceas presentan una considerable importancia económica y cultural. De hecho, muchas de sus especies son utilizadas como condimento, plantas ornamentales, hortícolas y medicinales.
Las amarilidáceas son plantas terrestres, raramente acuáticas o epífitas, herbáceas o suculentas y, excepto cuatro especies, perennes. Presentan bulbos o, más raramente, rizomas —por ejemplo en Clivia, Scadoxus y Agapanthus—. Los bulbos se hallan recubiertos por las bases membranosas de las hojas, formando una estructura que se denomina «túnica». La raíz primaria se halla bien desarrollada.2
Las hojas son simples, paralelinervadas, de borde entero, lineares, oblongas, elípticas, lanceoladas o filiformes, sésiles o pecioladas, generalmente arrosetadas, espiraladas o dísticas. Presentan un meristema basal persistente y desarrollo basípeto.
Una flor con leyenda propia, la leyenda de Narciso.
En los tiempos pasados de la civilización griega, había un joven que respondía al nombre de Narciso. Era distinguido, alegre y sobre todo apuesto. Algo que volvía realmente locas a las jóvenes griegas de aquel momento.
Sin embargo, Narciso tenía un defecto, solo sabía quererse a sí mismo. Daba igual lo guapas o ricas que fueran las mujeres que se le acercaban, él siempre las rechazaba. Su ego y vanidad le impedían querer más a una persona, sólo se quería a sí mismo.
Fue cuando Eco, una ninfa del monte Helicón, intentó agasajar al joven Narciso con su bella e inocente voz. Antiguos mitos y leyendas decían que la voz de esta deidad femenina podía articular las más bellas y bonitas palabras jamás escuchadas.
Pero sobre Eco caía una fatal maldición. Hera, celosa de esta ninfa, no quería que encandilase a su esposo Zeus, y por ello la maldijo quitándole su voz y provocándole que solo pudiese articular la última palabra de la persona con la que estaba conversando.
Como todos sabemos, el amor es un sentimiento tan fuerte, que Eco no se podía permitir perder a Narciso. Por ello, un día le siguió sigilosamente a través de los bosques para hacerle conocer sus profundos sentimientos. Pero esto se antojaba imposible debido a su más que horrible maldición. ¿Y qué hizo Eco? Se sirvió de su sintonía con la naturaleza y los animales para que estos le dijesen a Narciso que lo amaba profundamente.
Narciso se tomó la declaración de esta ninfa con cierta mofa. ¿Cómo era posible que él se pudiese enamorar de una chica muda? Él, que era el más guapo y apuesto de toda la península del Peloponeso. Él, que podía tener las jóvenes más guapas y bellas de toda Atenas, Esparta o Corinto. Él, que no tenía rival sobre la faz de la tierra… En definitiva, Narciso no salía de su asombro.
Tras la reacción jocosa de Narciso, Eco se marchó a las cuevas para pasar el resto de su vida sola, triste y rota de desamor. Sin embargo, antes de su muerte, esta musa oró a Némesis, deidad de la venganza y la justicia divina, maldijo a Narciso a enamorarse únicamente de su propio reflejo.
Y parece que si tuvo efecto esta maldición. Cuando Narciso fue un día al río Estigia para refrescarse un poco, este se acercó, se vio reflejado el agua y pensó: “Pero qué guapo soy, voy a acercarme un poco más al agua para deleitarme con mi belleza”. Narciso se acercó tanto al borde para admirarse que cayó finalmente al agua y murió ahogado.
La maldición que propuso Eco funcionó a la perfección y Narciso pasó el resto de la eternidad en el Inframundo, atormentado por su soberbia y su vanidad. Con el paso de los siglos se dijo que en este lugar creció una flor de lo más particular, que se caracteriza sobre todo por su enorme belleza y colorido en sus pétalos. Se le dio el nombre de narciso.
Conclusión, huir de las personas vanidosas y narcisistas. Solo te traerán dolores de cabeza ya que son sujetos que solo piensan en sí mismos en la mayoría de ocasiones.
Su ego y su orgullo les impedirá muchas veces empatizar con los demás, algo que ya sufrió Eco, la protagonista de esta leyenda, con la que muchos pueden sentirse identificados.