Un paraíso llamado Canencia, de Mojonavalle al abedular.

Paseando por sus frondosos bosques, es fácil entender que este término municipal fuese utilizado como cazadero por la Corona de Castilla durante la Baja Edad Media. Algunos historiadores relacionan el topónimo del pueblo con los perros (canes), ante la supuesta existencia de perreras reales dentro de esta localidad. Pese a tratarse tan sólo de una hipótesis histórica, este animal aparece en el escudo heráldico de Canencia.

Hoy haremos una ruta por una de sus zonas más emblemáticas, partiendo del puerto de Canencia, donde se puede dejar el coche cómodamente, buscaremos la Chorrera de Mojonavalle y después descenderemos siguiendo el curso del arroyo hasta adentrarnos en el abedular de Canencia. Se trata de un pequeño bosquete localizado en la ladera noroeste del puerto de Canencia reconocible por la coloración blanquecina de sus troncos, así como la caducidad y colorido de su follaje.

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Fuente de la Raja, puerto de Canencia

Después de llenar la cantimplora en la fuente de la Raja, tomamos la pista forestal que parte de esta fuente para adentrarnos en el pinar que nos acompañará gran parte del recorrido. Pasaremos al lado de un chozo de pastores que dejaremos a mano derecha entre el bosque de pinos albares.

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Antiguo chozo de pastores rodeado de pino albar

En la pista forestal, además de los pinos albares de repoblación, nos encontraremos con algunos ejemplares de especies como el abeto de Douglas, introducido a modo experimental en las épocas de repoblación, y con otras especies autóctonas propias de la zona, como tejos, acebos, abedules, fresnos y robles según la orientación y altura de la zona que vayamos atravesando.

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Pista forestal rodeada de pinos albares y algunos abetos de Douglas

Así mismo, este bosque presenta una gran riqueza micológica, tanto en otoño como en esta peculiar primavera, es fácil encontrar distintas variedades de setas a poco que miremos en el borde del camino.

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Al llegar a la casa del hornillo (un centro de educación ambiental) dejaremos la pista forestal para tomar un sendero que parte hacia la derecha en ligera pendiente descendiente para llegar hasta la parte baja de la chorrera de Mojonavalle, en el arroyo del Toril.

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Chorrera de Mojonavalle

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Chorrera de Mojonavalle

 

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Chorrera de Mojonavalle

Continuaremos nuestro camino descendiendo paralelos al arroyo del Toril que da lugar a estas chorreras, que tras recoger las aguas de otros arroyos pasa a llamarse Arroyo del Sestil del Maillo, para introducirnos en lo más profundo de este magnífico bosque. Esta zona alberqga gran cantidad de tejos, acebos y abedules, que junto a los helechos y al musgo que nos encontraremos en las rocas y en el suelo, dan un verdor en primavera muy difícil de encontrar en estas latitudes de la península ibérica.

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El abedul es el árbol de la sabiduría en la cultura celta y fue utilizado durante mucho tiempo para fabricar papel, empleándose para ello su corteza (librum). Sus flexibles ramas sirvieron a modo de látigo que los inquisidores empleaban con frecuencia, y más tarde los maestros para proporcionar sus castigos “jarabe de palo”. En algunos lugares de Europa se elabora con su savia vino de abedul. También la “betulina” contenida en su corteza, es utilizada en el tratamiento de enfermedades de la piel,

En cuanto a los tejos, en tiempos más lejanos, la madera de tejo fue muy apreciada por su dureza y su elasticidad. Por ello, se empleaba en la construcción de lanzas, flechas y arcos. Las propiedades de casi todas sus partes, junto con su gran longevidad han dotado a esta especie de misterio, siendo considerados árboles sagrados en muchas culturas europeas, identificándose con la eternidad. De su madera también sacaban los druidas bastones, se practicaban ceremonias bajo el refugio de su denso follaje e incluso se realizaban ponzoñas con su veneno. Los Tejos eran también conocidos en los aquelarres de meigas y brujas.

El acebo, por su parte, era un arbusto sagrado para los celtas, se utilizaba durante el solsticio de invierno, el 22 de diciembre, para atraer la suerte y la prosperidad a la comunidad y alejar los malos espíritus. El árbol de los sátiros, decían, porque alejaba los demonios y los duendes maliciosos. Un adorno natural que se sigue utilizando como adorno en la actualidad bajo la creencia de que Santa Claus entra a medianoche y bendice a toda la familia. Y, por otro lado, la tradición dice que si una chica es besada bajo el acebo en Nochebuena encontrará el amor o conservará el que ya tiene, pero además atraerá la fertilidad.

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El camino termina en el puente de la Pasada, justo donde el arroyo del Sestil del Maillo cruza por debajo de la carretera que sube desde el pueblo al puerto de Canencia, es cuestión de volver sobre nuestros pasos para recrearnos y volver a disfrutar del paisaje que hemos dejado atrás.

 

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