La Ermita de Santiago y … Juana «La Beltraneja» o «La Excelente Senhora»

Esta ermita en ruinas, a la que solo parecen hacer caso las cigüeñas que anidan sobre su espadaña, fue escenario de un acuerdo firmado entre los reinos de Castilla y Francia hace más de cinco siglos, mediante el que se quiso nombrar a una reina y unir dos naciones. La historia tomaría otros derroteros.

 

Diversas vistas de la Ermita de Santiago (Gargantilla del Lozoya)

Hacia el 1470, Enrique IV, apodado por sus adversarios «El Impotente» por su manifiesta dejación conyugal, había nombrado heredera a su única hija Juana. Una parte importante de los nobles castellanos no lo aceptaron, pues sostenían que Juana no era hija del rey, sino de su favorito Beltrán de la Cueva. Por eso el mote de «La Beltraneja».

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Vista de Gargantilla del Lozoya desde el camino de la Ermita

 

Al parecer era falso, pues Beltrán no se encontraba con Juana de Portugal cuando pudo producirse el encuentro carnal. En cualquier caso, Enrique IV, obligado por la nobleza, firmó el Tratado de los Toros de Guisando, a los pies de la sierra de Gredos, por el que nombraba a su hermana Isabel heredera del trono, siempre que se casara con quien eligiese el rey. No debió quedar muy conforme, pues un par de años después se opuso a su hermana y a quienes la defendían, apostando de nuevo por Juana.

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Prados y bosques de fresnos de Valdelozoya

 

Isabel se casó en secreto con su primo Fernando de Aragón, lo que hizo que Enrique IV pactara con la corona francesa que su hija se casara con el duque de Guyena, revocando el pacto de Guisando. El 26 de octubre de 1470, los embajadores franceses, entre los que estaba el cardenal de Albi, y los nobles castellanos prestaron juramento de fidelidad a Juana como heredera legítima de la corona de Castilla. Según algunas fuentes, Enrique IV hizo testamento a favor de su única heredera, pero nunca apareció, siendo destruido al parecer por Fernando el Católico, tras la muerte de Isabel.

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Prados y bosques de Valdelozoya

 

Cuatro años después murió Enrique IV, resucitando el enfrentamiento entre los partidarios de Juana e Isabel. Vencieron los segundos, a pesar de que los primeros se aliaron con el poderoso reino de Portugal, a donde desheredada y despojada de todos sus títulos, Juana se retiró a un convento el resto de sus días.

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Prado de la Viña

 

Según cuentan las crónicas, esta Ermita de Santiago (Gargantilla del Lozoya) fue el sitio elegido por ser el punto intermedio entre Buitrago de Lozoya, donde durmieron los castellanos, y el Monasterio del Paular, donde descansaron los franceses. La ermita era un importante epicentro del poderoso tercio de Santiago.

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Prado de la Viña

 

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Prado de la Viña

 

La aldea en torno a la Iglesia de Santiago. Tercio de Santiago. Un lugar de Valdelozoya. Don Moxe de Cuellar.

Durante el S.XII y hasta el 1390 existió un asentamiento ahora despoblado, situado en el actual término municipal de Gargantilla del Lozoya en la Comunidad Autónoma de Madrid, y en el que como vestigio de lo que fue, aún se levantan las paredes y la espadaña de la Iglesia de Santiago.

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A finales del siglo X y durante los cien años siguientes, el Valdelozoya es un territorio de nadie en el que se sucedían enfrentamientos y escaramuzas. En el 1085 los señoríos segovianos conquistan este territorio en su avance hacia Magerit y Toledo, iniciándose un proceso de cristianización con la construcción de pequeñas Iglesias en los bosques de robles, lo cual daría lugar a los primeros asentamientos donde cohabitaron mudéjares, cristianos y judíos.

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Estas Iglesias no solo eran lugares de culto, el tañido de sus campanas marcaba las horas del día, también era una forma de control de una población diseminada formada por colonos llegados del Norte, fundamentalmente de Segovia y Navarra.

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Aquellas primeras edificaciones hechas con materiales constructivos muy simples de adobe y madera desaparecen, y sobre sus cimientos, ya en el siglo XII se levantan nuevos templos de piedra y ladrillo siguiendo el estilo «mudéjar». De aquel momento quedan las Iglesias de San Mamés, Navarredonda, Villavieja y Santiago. Gargantilla se fundará cuatro siglos después.

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Según las crónicas históricas estas tierras eran conocidas como «Tercio de Santiago». En 1470, la Heredad de Santiago era propiedad de Don Moisés de Cuellar (Moxe o Mose en hebreo), siendo el «Prado de la Viña» uno de los pagos que lo comprenden, que son parte de los prados que rodean la Iglesia de Santiago y al que los historiadores se refieren como «un lugar de Valdelozoya».

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Arroyo de Santiago

 

Habría que imaginarse unos territorios en los que solamente la luz del sol y la campana de la Iglesia, desde el amanecer hasta el ocaso, marcaba la actividad cotidiana de sus pobladores, musulmanes, judíos y cristianos, todos nacidos en estas tierras. Los oficios de aquel momento eran los relacionados con las labores del campo y la supervivencia; la cantería, tejería, carboneo, herrería, cestería, odrería, cerería, pergaminería, platería, arriería.

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Ranúnculos acuáticos en el arroyo de Santiago

 

Hasta 1492 se mantuvieron en pie pequeñas construcciones utilizadas para cobijar el ganado, y a los aparteros y cuidadores que estaban al servicio de Don Moxe Cuellar, propietario de todas estas tierras, y una de las personas más ricas y poderosas de todo el Valle del Lozoya. La Heredad se encontraba limitada por los montes circundantes, en el “Exido de la Aldehuela”, y el cauce natural del río Lozoya, al que sus pobladores se referían como “el río mayor”. Distaba cuatro leguas del Castillo de Buitrago de Lozoya, propiedad y residencia de los Duques del Infantado, título nobiliario que ostentaría la Casa de Mendoza. En un inventario encargado por estos, se confirmaba a la Heredad de Santiago como un núcleo de población hasta 1390, pasando a ser caserío propiedad de Moxe Cuellar hasta 1492, fecha en la que los judíos fueron expulsados por los reyes católicos. En el entorno de la Ermita, según el dicho inventario: … «ay en la heredad tres pares de casas donde biven los quinteros e pastores e donde queseavan e unas casas que dicen de la cuadra donde come el ganado de invierno e encierran yerba» … «unas casas fechas nuevas en que lavava su lanas … Mose e los otros judíos de Buitrago que es todo dentro de la heredad» … Había un lavadero de lana para uso exclusivo de judíos, lo que indica la gran cabaña que poseía y como en ese momento el ganado lanar representaba uno de los mayores ejes del comercio existente, se puede afirmar que, junto al Duque del Infantado, ambos formaban una “oligarquía ganadera”.

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Arroyo de Santiago

 

El prestigioso geógrafo Al-Idrisi describió esta zona… “en los altos montes llamados Al-Sarat situados a alguna distancia al norte de Toledo pastan grandes rebaños de ovejas y vacas que los mercados de ganado venden en puntos lejanos y cuya fama es proverbialmente conocida”. Las propiedades de Don Moxe se extendían también a las poblaciones vecinas de Pinilla y Villavieja, lo que la convertían en una de las mayores haciendas comprendidas en los límites del Infantado.

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Arroyo de Santiago

 

Existía un camino que partía de la Villa de Buitrago, de la cual dependía toda la comarca, que bordeando el Lozoya atravesaba todo el valle, hasta la cartuja de El Paular. El «Camino del Cartero», vía de comunicación histórica que discurría junto al río desde Buitrago al pueblo de Lozoya, atravesaba por un pequeño puente ya desaparecido al construirse la presa de Riosequillo y continuaba cruzando el arroyo Buitraguillo por el puente de Cal y Canto, ya en tierras de Villavieja donde aún subsiste la espadaña de la ermita de la Trinidad. La subida valle arriba continuaba por el margen derecho hasta llegar a Pinilla de Buitrago y posteriormente a la Heredad de Santiago, lugar en el que se encontraba el lavadero de lanas de Moxe Cuellar, en el Valdelozoya, continuando su trazado hasta el Monasterio de Santa María de El Paular y el puerto de Malagosto, así como el de la Fuenfría, conocido por las andanzas del Marqués de Santillana. Esta senda de herradura desapareció en algunos tramos de su recorrido bajo las aguas de los embalses de Pinilla y Riosequillo. Llegada la noche los caminos se hacían inhóspitos y peligrosos por la abundancia de alimañas y los asaltacaminos. En invierno las nieves dejaban incomunicadas las aldeas de Valdelozoya.

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Arroyo de Santiago

 

Según los apuntes históricos, en este lugar existió hasta 1390 una pequeña aldea llamada Santiago, de la cual solo quedan los restos de la Iglesia. La Iglesia está construida con piedra y ladrillo en la que resalta majestuosa su hermosa espadaña, el ábside y el arco apuntado son de estilo mudéjar, y la portada es de estilo gótico mudéjar. En la fachada oeste, se pueden observar a la puesta de sol una serie de inscripciones de carácter funerario. Debió de ser a lo largo del siglo XVII, cuando se fue produciendo el expolio de la pila bautismal y las campanas hasta llegar hasta el estado actual de ruina. Hacia 1785 el párroco de la Iglesia de San Benito de Gargantilla describe las ruinas con su torre y sus dos troneras para las campanas y en su inmediación se ven ruinas y cimientos.

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Iglesia de San Benito, Gargantilla del Lozoya

 

Es en este escenario donde se produce el encuentro del monarca Enrique IV y el séquito que acompañaba a la niña Juana con la embajada francesa el 26 de Octubre de 1470. Se oficia una singular ceremonia en la que los nobles castellano juran a la Princesa Juana como legítima heredera al trono, oficiándose las capitulaciones matrimoniales entre el Conde de Boulogne, que representa al Duque de Guyena, hermano del rey Luis XI de Francia y la hija del rey Enrique IV de Castilla.

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Gargantilla reclama su lugar dentro de la historia

 

Unos apuntes históricos de la época de los Trastámara.

 

Doña Juana de Trastámara «La excelente senhora».

La figura que pudo ser reina, aparece en los anales de la historia de Gargantilla del Lozoya. Conocida como «La Beltraneja», hija de Enrique IV y Juana de Portugal, era la legítima heredera del trono de Castilla, ya que fue jurada como Princesa de Asturias en las Cortes de Madrid. Pero las intrigas, ambiciones y maldicencias de la nobleza impidieron su ascenso al trono de Castilla. De no haber sido así, el término de Santiago habría marcado un hito importante en la historia de España.

En Portugal le fue concedido el título de Excelente Senhora». En ciertos documentos Juana firma como «Yo, la Reina» y timbra con su blasón acompañado del lema «Memoria de mi derecho».

Puesta bajo la protección de Don Íñigo López de Mendoza y Figueroa por su padre el rey, en el castillo de Buitrago, este defendió siempre su causa.

Casada por poderes a la edad de ocho años, el día 26 de Octubre de 1470, con el Duque de Guyena, hermano del rey de Francia Luis XI, en el prado de la Viña, junto al actual cementerio de Gargantilla del Lozoya.

En este mismo acto se anuló el Pacto de Guisando, mediante el cual se consideraba Princesa heredera a Isabel, hermana del rey Enrique IV.

El nacimiento de Juana, el 21 de Febrero de 1462, se recibió con alegría por todos, reconociéndola como Princesa de Asturias y como legítima heredera de la corona de Castilla, incluso por los dos hermanos de Enrique IV, Alfonso e Isabel, que hasta ese momento habían sido candidatos al trono.

Isabel actuó como madrina en su bautismo y el Marqués de Villena lo hizo como padrino. Pero el rey que seguía impulsando la figura de Don Beltrán de la Cueva, provocando la ira del Marques de Villena, el cual calumnió a toda la familia Real, afirmando que la Princesa Juana no era hija del Rey, sino de Beltrán de la Cueva. La acusación causó un efecto inmediato y se extendió por todo el reino de Castilla, valiéndole a Juana el injusto apodo de «La Beltraneja».

Tras la muerte de Enrique IV en 1474 se proclama reina Isabel, pero su sobrina Juana se enfrenta y comienza una cruel guerra de sucesión.

Juana contaba con doce años e Isabel con veintitrés, y en 1475, en plena contienda, Juana contrajo matrimonio con su tío el rey Alfonso V de Portugal, que tenía 43 años. En ese momento hay en Castilla dos reinas, pero en 1479 terminan venciendo los partidarios de Isabel, que además eran mayoría, tras firmar el tratado de Alcazovas, Juana se ve obligada a renuciar al trono de Castilla, teniendo que marchar a Portugal, abandonando su país. La legítima reina de Castilla eligió la vida espiritual y desde 1480 aquella pequeña niña que se había casado ya dos veces fue una monja más en el Convento de Santa Clara de Coimbra. El rey de Portugal le permitió vivir en un palacio de Lisboa desde el año 1500, rodeada de una pequeña corte, hasta el año de su muerte en 1530. Fernando el Católico, al quedar viudo en 1504, y para impedir que en Castilla reinase Felipe el Hermoso, pensó en casarse con su sobrina Juana y así reforzar su posición en Castilla, pero Juana lo rechazó.

Con los datos existentes sería lógico reequilibrar la historia, y sin merma del prestigio de los Reyes Católicos conceder a los otros personajes el lugar que merecen. Seguir llamando a este personaje «La Beltraneja» es injusto, dado que el apodo es producto de luchas y envidias por conseguir el poder, además de ser falso.

Isabel I de Castilla.

Isabel I de Castillla (1451-1504) fue reina de Castilla desde 1474 hasta 1504, reina consorte de Sicilia desde 1469 y de Aragón desde 1479,​ por su matrimonio con Fernando de Aragón. Se la conoce también como «Isabel la Católica», título que les fue otorgado a ella y a su marido por el papa Alejandro VI mediante la bula «Si convenit», el 19 de diciembre de 1496.​ Es por lo que se conoce a la pareja real con el nombre de Reyes Católicos.

Se casó el 19 de octubre de 1469 con el príncipe Fernando de Aragón. Por el hecho de ser primos segundos necesitaban una bula papal de dispensa que solo consiguieron de Sixto IV a través de su enviado el cardenal Rodrigo Borgia en 1472. Ella y su esposo Fernando conquistaron el reino nazarí de Granada y participaron en una red de alianzas matrimoniales que hicieron que su nieto, Carlos, heredase las coronas de Castilla y de Aragón, así como otros territorios europeos, y se convirtiese en emperador del Sacro Imperio Romano.

Enrique IV de Trastámara.

Accedió al trono de Castilla a la edad de veintinueve años en 1454. Amante de la música, culto y respetuoso con los que le rodeaban, siguió con la tradición de los Trastámara y fue el gran ideólogo de una monarquía-estado.

Su reinado duró dos décadas, la primera década fue un periodo de tranquilidad social y de autoridad indiscutida, su prestigio es reconocido dentro y fuera del reino. Pero no así en la segunda década, en la que se enfrenta a la nobleza y sobre todo a Juan Pacheco, Marqués de Villena. Una consecuencia es la firma de los pactos de Guisando, de los que no hay documentación, en los que se reconoce a su hermana Isabel como heredera del trono, aunque dos años después los invalida aquí, en la iglesia de Santiago.

Don Beltrán de la Cueva.

Enrique IV, con el fin de contrarrestar la influencia a la que se ve sometido por el favorito Juan Pacheco, marques de Villena, hace venir al joven hidalgo de Úbeda y le concede el título de Conde, además consigue del Marqués de Santillana la entrega de su hija Mencia de Mendoza en matrimonio. De esta manera el joven Don Beltrán consigue emparentar con el linaje de Mendoza, una de las familias más poderosas del reino. Su ascenso se debió a la determinación de Enrique IV de encontrar la lealtad en hombres nuevos. Esto le genera poderosos enemigos que encuentran su mejor arma en la difamación. La decadente nobleza castellana y el favorito, de manera insidiosa se encargarán de correr la voz haciéndole pasar por el padre de Doña Juana, desde entonces esta fue injustamente apodada como «La Beltraneja».

Don Juan Pacheco, Marques de Villena.

Don Juan Pacheco es considerado como uno de los personajes más intrigantes del reinado de Enrique IV. Puesto al servicio del Infante don Enrique, cuando aún era príncipe de Asturias supo ganarse su voluntad y desde 1440 fomentó las intrigas del príncipe contra su padre Juan II y su valido (Álvaro de Luna).

El Marqués de Villena, convertido en favorito de Enrique IV, domina el Consejo Real, plataforma que sólo utilizó para enriquecerse. Tras la muerte del Infante Alfonso fue el artífice de la Concordia de los Toros de Guisando (18 de Septiembre de 1468), por la que Enrique IV reconocía como heredera del reino a su hermana Isabel, en lugar de su hija Juana (La Beltraneja).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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