Si quieres disfrutar de uno de los lugares mas bellos e interesantes de la sierra norte de Madrid tienes una cita obligada con el Hayedo de Montejo, donde sus árboles parecen sacados de un cuento de hadas.
El hayedo de Montejo es un bosque de hayas de poco más de 220 hectáreas de superficie, situado en las faldas de la Sierra de Ayllón y perteneciente al municipio de Montejo de la Sierra (Comunidad de Madrid, España), al norte de la provincia madrileña y separado con la provincia de Guadalajara por el río Jarama. La presencia del río Jarama ayuda a ensalzar aún más la belleza del paisaje, con esas aguas claras, que fluyen y dotan de vida al Hayedo.
Fue catalogado como Sitio Natural de Interés Nacional en 1974, siendo uno de los hayedos más meridionales de Europa. En 2017, junto con otros hayedos de España y Europa, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco como extensión de los Hayedos primarios de los Cárpatos y otras regiones de Europa. Popularmente se suele afirmar que este hayedo es el más meridional de toda Europa, pero esto es sólo un falso mito, ya que no es ni siquiera el más meridional de España. En España el hayedo más meridional es «el hayedo del Retablo», que se encuentra entre las provincias de Tarragona y Castellón. Y el hayedo más meridional de Europa se encuentra en Sicilia, en la vertiente sur del Etna.
Es uno de los hayedos más estudiados de la Península Ibérica, y la gran afluencia de personas ha hecho que las visitas estén restringidas. La única forma de visitar el hayedo de Montejo es a través de las visitas guiadas que gestiona el centro de recursos de la Sierra del Rincón.
El Hayedo es un paraje insólito dentro de la Comunidad de Madrid, de ahí su importancia. Es difícil que se generen estos bosques en estas latitudes, de ahí la curiosidad que despierta. Su origen se remonta a etapas lluviosas y húmedas postglaciares en Europa. El hayedo representa los restos de la vegetación caducifolia centroeuropea en el centro de España.
El microclima existente en la zona debido a la captación de humedad proveniente de las masas de aire que chocan contra la Sierra, y el hecho de que la ladera de la colina permanezca en la sombra (zona de umbría), han hecho posible que se conserve el hayedo existente en Montejo desde épocas postglaciales.
El Hayedo está delimitado en su parte inferior por el río Jarama. En su ribera crecen brezos, abedules, serbales, etc. En las laderas de esta zona montañosa, las hayas surgen señoriales, demostrando su poderío en esta parte de la Sierra. Algunas veces forman agrupaciones, pero casi siempre aparecen mezcladas con robles y rebollos. Otra especie muy característica del Hayedo son los acebos, que asoman de vez en cuando y sirven de refugio para ciertos animales. La altitud del Hayedo oscila entre los 1.200 y los 1.600 metros, dependiendo de la zona donde nos encontremos.
Cuenta la leyenda, que «algunos antiguos carboneros y leñadores de Montejo afirmaban que el bosque conocido como El Chaparral está habitado por duendes y hadas y que éstas, juguetonas y curiosas, gustaban de engatusar a los visitantes y caminantes del bosque con sus caricias y dulces cánticos. Estos cantos tan melosos y atractivos servían para llevar a los paseantes hasta sus guaridas y convertirlos en animales tales como la lagartija o el petirrojo, con el objetivo de dotar al mencionado bosque de mayor número de habitantes y lograr así mayor encanto».
El Hayedo de Montejo es un monte comunal, allá por el año 1.460 el pueblo compra a un noble de Sepúlveda el monte de hayas y robles, a orillas del río Jarama, conocido como El Chaparral, hoy el Hayedo de Montejo de la Sierra. Aún así, se produjo algún contencioso por la propiedad de dicho monte. En un principio los señores de Buitrago expresaban que la propiedad era suya, pero cuenta la tradición que el propio Emperador Carlos I de España y V de Alemania dejó bien claro que el citado monte y bosque eran de los vecinos de Montejo.
Podemos encontrar multitud de colores en el Hayedo, pero todos guardan una cosa en común: la belleza con la que dotan al paisaje que del que forman parte. Pocos árboles como el haya tienen tanta elegancia. Su tronco es fuerte y liso, su copa equilibrada a la vista, donde ramas y hojas se reparten el terreno en capas horizontales para captar el máximo posible de luz.
Su majestuosidad apenas se ve alterada con el cambio en las distintas estaciones. En los períodos veraniegos y primaverales destacan por sus colores verdes, vivos y frescos, llenos de vida. En el invierno su impresionante presencia se vuelve un poco más austera debido a que sus ramas pierden las hojas quedando sus ramas desnudas. Pero sin embargo, en el otoño se muestra más impactante que nunca, con esos tonos color pizarra, marrones que crean un ambiente para el ensueño, algunos amarillos, algunos verdes, algunos rojizos y anaranjados que resaltan la variedad de sus hojas, que hacen que destaque aún más la figura señorial de este árbol.
Complementando al haya, tenemos a su compañero inseparable, el roble, con un porte tan elegante como el de ésta. Entre estos enormes ejemplares de hayas y robles, también se pueden encontrar cerezos silvestres, avellanos, abedules, enebros, álamos temblones, acebos, brezos y serbales, todos ellos en menor proporción. Algunos de estos ejemplares tienen nombre propio, como el abuelo (un viejo roble, el más longevo de este bosque), pie de elefante, pero el haya de la Roca es la más admirada por sus más de 250 años y por tener sus raíces incrustadas en una roca cubierta de musgo que la sostiene a modo de pedestal.
La fauna existente no es la típica de un hayedo, debido a su pequeño tamaño y a su latitud geográfica; podemos encontrar especies como el corzo, el jabalí, el tejón, la nutria, la garduña, el gato montés, la perdiz, el azor, el águila calzada, el cárabo común, el picapinos, el pico menor, el mirlo acuático y algunas aves paseriformes como carbonero, herrerillo, arrendajo, trepador azul, agateador común, etc.
Por último, también cabe recordar que el término municipal de Montejo de la Sierra es rico en todo lo referente a las setas y hongos. Esto atrae a gran cantidad de curiosos y aficionados a la micología todos los años. De estas especies se pueden destacar: Coprino Blanquinero, Colmenilla, Mucidula, Viscosa, Boleto Real, Boleto del abedul, Falsa Oronja, etc.